El Grupo Alpha en su recorrido por los pueblos y villas de la geografía española viaja en esta ocasión a una preciosa villa llamada Navalagamella, dónde poco a poco vamos a descubrir su interesante historia, sus leyendas, sucesos y todo aquello que guardan con esmero entre sus maravillosas gentes, tranquilas calles y los verdes e inmensos valles que reposan a la ribera del río Perales y que dotan a la zona de una incomparable belleza. Hemos de decir que comenzamos este trabajo hace ya varios meses (mediados de Marzo) y con cada nuevo paso en nuestra investigación Navalagamella se convertía el algo realmente apasionante para nosotros. El material que hemos recopilado (y seguimos recopilando todavía) en estos meses, hacen que esta investigación conste de tres partes, siendo «La Ruta de los Molinos» la primera de ellas.
Navalagamella se encuentra situada en la mitad del tercio Oeste de la Comunidad de Madrid, en la vertiente de la sierra occidental del río Perales, su topónimo consta de dos partes: Nava, (de origen quizá vascuence) que vendría a significar, «pradera entre montañas» y «gamella», Del latín CAMELLAN, escudilla. Recipiente o artesa grande de piedra, madera o metal, que sirve para dar de comer o beber a los animales. Tiene una superficie de 76,31 Km2., altitud: 753 m., habitantes: 1563, aproximadamente y se encuentra a 42 Km. de Madrid. Esta villa surge como aldea de pastores en un cruce de cañadas, en el siglo XIII, por la política expansionista de los segovianos. En 1302 está incluida en el sexmo de Casarrubios, que depende de la Comunidad de Villa y Tierra de Segovia. Acogiéndose a la emancipación, previo pago a la Real Hacienda de 15.000 reales por vecino, obtuvo el título de villazgo el 19 de mayo de 1630, confirmado en 1674 por la regente Mariana de Austria. Perteneció a Segovia hasta 1833, que con la nueva división administrativa de España, pasa a formar parte de la Comunidad de Madrid. Navalagamella, entró de pleno en el área de la sangrienta Batalla de Brunete quedando prácticamente destruida en su totalidad como descubriremos más adelante…
Pero centrémonos ahora en la ruta que nos espera, acompañadnos por «La Ruta de los Molinos», un sendero lleno de historia y magia que en sus cerca de seis kilómetros de longitud nos irá desvelando todos sus secretos…
Cuando nuestros buenos amigos Laura Blázquez y Ángel Ponferrada (concejala de cultura y concejal de festejos respectivamente) nos hablaron por primera vez de la ruta que hoy nos disponemos a emprender, lo cierto es que apenas si teníamos algunas pocas referencias al respecto. Sabíamos lo que se ocultaba en este sendero, su longitud aproximada, pero poco más… Fue gracias a estos dos amigos del Grupo Alpha, a las historias que nos contaron y los datos que nos ofrecieron de este enclave, que definitivamente nos animamos a caminar por esta mágica e histórica ruta. Y os podemos asegurar que las sorpresas fueron muchas…
Arrancamos a caminar, como se puede ver en la imagen que ilustra este reportaje, desde lo alto de un mirador (El Hondillo) desde donde se contemplaba todo el sendero que teníamos por delante. Otros dos grandes amigos del Grupo de los que os hablaremos también más adelante, Fermina Hernandez y su entrañable hermano Bene, (un auténtico artesano de los pies a la cabeza) nos acompañaron hasta el inicio de nuestra ruta, ilustrándonos como siempre de una manera maravillosa acerca de lo que nos encontraríamos y de por donde debíamos encaminar nuestros pasos. Y lo cierto es que sus indicaciones no pudieron ser más acertadas. Apenas habíamos comenzado a caminar cuando ya nos topamos de bruces con un primer hallazgo que nos dejó gratamente sorprendidos, ante nosotros, una hilera de nidos de ametralladora en un estado de conservación bastante aceptable y que dominaban todo el valle, como no podía ser de otro modo nos acercamos hasta estas construcciones para comenzar con nuestro trabajo de campo . Y fue este lugar también donde conseguimos obtener nuestras primeras grabaciones del día y ciertamente, las que serían las más inquietantes de toda aquella jornada.
Sin duda habíamos comenzado con muy buen pie, aunque todavía nos quedaba mucho camino por delante… Las sensaciones que uno tiene caminando por aquel lugar son del todo increíbles. Los contrastes que nos ofrece la naturaleza y el contacto directo con ella (pudimos ver algún que otro animal) hacen único este sendero. Pasamos de un terreno boscoso, donde los pinos negros predominaban sobre todo lo demás, a una verde pradera plagada de vegetación y bellas flores de todo tipo. De ahí a lo escarpado de las montañas, con sus precipicios insondables y como no, la belleza del río Perales que fluía con más fuerza que nunca por las lluvias de este año, el mosaico que nos ofrecían los encinares densos que predominan por todo Navalagamella conforman un verdadero espectáculo para la vista y para el alma, os lo podemos garantizar.
Después de caminar nuestros primeros kilómetros nos topamos con los restos del primer puente medieval que podríamos contemplar. Aunque ciertamente su estado de conservación no es muy bueno, nos consta que mejorará en un futuro. Allí decidimos hacer también otra serie de pruebas parafónicas y aunque en este caso el resultado no fue destacable, el lugar transmitía una paz y una tranquilidad increíbles, por lo que decidimos pasar unos instantes allí contemplando y sintiendo lo que nos rodeaba.
Después de nuestra breve parada continuamos el recorrido, siempre bien acompañados por el curso del río Perales, que como hemos mencionado se mostraba, en boca de todos los vecinos de Navalagamella, «como hacía años que no se veía». Y lo cierto es que contemplar sus aguas y escuchar la música que emanaba de ellas era realmente sublime.
Aproximadamente a mitad del recorrido se produce un nuevo cambio en la orografía que nos rodea, y es aquí donde comenzaba el verdadero reto. El paisaje se modifica por completo y pasamos de caminar tranquilamente por el sendero de un río, a contemplar ante nosotros un hermoso cañón que divide el terreno en dos y con decenas de metros de profundidad. Es en este punto donde coincidimos en la apreciación de que en este sentido, la ruta que os estamos mostrando guarda ciertos paralelismos con otro sendero lleno de energía y embrujo como el «Monasterio de Piedra» del que también os hablaremos próximamente.
A partir de este punto, el camino se vuelve obviamente más interesante aunque también un poco más peligroso por lo que tenemos que guardar alguna que otra lógica precaución. Pero es también esto mismo, lo el que pone nuestros sentidos al máximo de atención. Una por una nos vamos topando con las construcciones de las que tanto nos habían hablado. Los restos de los antiguos molinos harineros que bordeaban el antiguo río «Peralejos». El Molino Alto, el Molino de la Hondilla o de Baltasar, el Molino Serrano, uno a uno se aparecían ante nosotros como queriéndonos contar la historia que otros han olvidado ya. Estos molinos (algunos de los cuales van a ser rehabilitados) dotaban de «harina» incluso al Monasterio del Escorial y pueden encontrarse referencias a estas importantes construcciones en el Libro de la Montería de Alfonso XI. Algo que sin duda nos deja claro que el mantenimiento de estos molinos y su correcto funcionamiento se tornaba vital para todas aquellas gentes.
(Aquellas extraordinarias construcciones por fin se mostraban en toda su belleza)
Una vez habíamos recorrido todo el perímetro de cada una de estas construcciones y habíamos situado todo nuestro equipo comenzamos a realizar las acostumbradas mediciones y pruebas parafónicas. ¿Nos darían aquellas piedras algún mensaje en pleno siglo XXI acerca de lo que habían podido presenciar durante toda su larga historia? Pues lo cierto es que si que lo hicieron, aunque para nuestra sorpresa el «mensaje» no pudo ser más significativo, enigmático… y actual:
En fin amigos, sea como fuere, os recomendamos a todos vosotros que si tenéis oportunidad emprendáis esta increíble ruta porque os garantizamos no os dejará indiferentes. Disfrutad de la compañía de las maravillosas gentes de Navalagamella, escuchad todo lo que os tienen que contar y os dejarán asombrados. A los que no podáis, no os preocupéis, porque ya estamos nosotros aquí para contároslo absolutamente todo, pero eso compañeros… es otra historia.
Queremos agradecer de todo corazón a Fermina y Bene Hernández todo el cariño y la ayuda que nos han prestado para elaborar las tres partes de las que constará este trabajo, siempre os llevaremos ya en nuestro corazón. Asimismo a nuestra gran amiga Laura Blázquez sin cuya ayuda nada de esto hubiera sido posible y su preciosa hija, un verdadero angelito que también nos brindó el regalo de su sonrisa y su compañía. Ángel Ponferrada, un guía de lujo que nos explicó más de una cosa, y más de dos… gracias amigo, y como no a Don Enrique López, alcalde de Navalagamella, que tuvo a bien compartir con nosotros su escaso tiempo para indicarnos el camino hacia otra de nuestras próximas localizaciones. A todos ellos y a todos los nuevos amigos que hemos podido conocer en este precioso pueblo les queremos expresar desde aquí nuestro más profundo cariño. Gracias a tod@s.
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