Hace varios meses que el Grupo Alpha tenía pendiente la investigación de campo de la que os vamos hablar hoy. Una de las investigaciones que más deseábamos realizar por la tragedia acaecida en este lugar en el año 1960, nos referimos a la estación de ferrocarril abandonada de «Los Palancares» ubicada en la provincia de Cuenca. Debido a las condiciones climáticas que nos han acompañado estos meses y a lo difícil de su acceso, no habíamos podido cumplir este objetivo hasta ahora, pero finalmente y aprovechando un día soleado fuimos en su busca. Pertrechados con todo el equipo necesario, dejamos el coche aparcado en un lugar alejado ya que el acceso para los vehículos es del todo inviable. El camino serpentea peligrosamente por entre el bosque y esta plagado de piedras, arena, barro y grandes charcos de agua, por lo que circular por allí sería sin duda bastante arriesgado. Éramos conscientes de que no iba a ser tarea fácil pues por delante nos esperaban además 6 ó 7 Km en dichas condiciones. Descubriendo el terreno a cada paso que íbamos avanzando y muy atentos al cruce de senderos para no coger el camino equivocado vamos acercándonos a nuestro destino. Dado que la señalización no existe y las referencias que teníamos eran muy escasas, lo cierto es que caminábamos con suma precaución, aunque esto no nos desanimó en ningún momento ya que nuestro objetivo estaba cada vez más cerca y no queríamos volver con las manos vacías.
Bien es verdad que el esfuerzo y el desaliento nos invadió en algunos momentos porque a lo largo del recorrido nos encontramos con varios obstáculos difíciles de sortear, pero lo interesante del sitio y la leyenda que lo habita bien merecían seguir adelante, aunque los resultados en esta ocasión no fueron los esperados…
Pero como siempre decimos, adentrémonos en la historia de este lugar:
Hace 50 años, concretamente el 6 de Noviembre de 1960, en línea férrea Cuenca-Madrid-Valencia, en la estación de los Palancares (Término Municipal de Fuentes), tenía lugar uno de los accidentes ferroviarios más dramáticos de la historia de España. Esta línea atravesaba la serranía baja de Cuenca, limitando con la Mancha, debido a la orografía del terreno era sin duda uno de los trayectos más complicados de cuantos existían por aquel entonces. El duro invierno de la zona y la limitada mecánica de las máquinas de tren que circulaban por allí se aliaron con un terrible fallo humano para desatar una dramática cadena de fatalidades hasta la tragedia.
La locomotora afectada que tiraba de el tren convoy mixto de mercancías y pasajeros arrastraba 25 vagones de mercancías y un vagón con 50 viajeros, era la 249-2019 (según la numeración de Renfe), y que en 1924 fue encargada por la compañía MZA. Estaba catalogada con el número 1719, fabricada por la Maquinista Terrestre y Marítima contando con 35 años de antigüedad cuando tuvo lugar el fatídico accidente. (una más que considerable antigüedad). Llegaba a la estación de Palancares con el número de tren 6626 y hacía un recorrido diario de Cuenca a Utiel. Dicho trayecto, tal y como hemos comentado, era conocido por todos los maquinistas por el peligro que corrían en la entrada del túnel donde acaeció el fatal accidente, sabían que principalmente en invierno debido a las bajas temperaturas los raíles llegaban a congelarse Además, este túnel de 2,800 Km poseía una más que pronunciada pendiente, por lo que había que pasarlo sin parar en ningún momento para que las ruedas del convoy no resbalasen por el hielo y la máquina no perdiera así fuerza en la subida del desnivel, pero incomprensiblemente este tren de la «muerte» no entró con la suficiente potencia para salir de aquél subterráneo oscuro que poco a poco fue atrapado por los brazos del horror.
El maquinista decide entrar y subir sin la velocidad adecuada y llegando a la mitad del túnel la máquina se queda sin fuerza soltando todo el vapor, generando una gran cortina de humo que compuesta por dióxido de carbono y azufre asfixia al conductor de inmediato dejándole semi-inconsciente por lo que no tiene tiempo a parar la máquina para evitar que ésta siga expulsando el mortal veneno por su chimenea… La tragedia había comenzado, todo el corredor se había convertido en un infierno y la respiración para los viajeros atrapados se hacía cada vez más angustiosa tratando de llegar sin fuerzas y en una inmensa oscuridad a la salida de aquel siniestro túnel. Su única esperanza, vislumbrar un halo de luz que les indicara la salida, pero fue inútil, algunos en su desesperación llegaron al exterior pero otros quedaron encerrados en aquella nube tóxica. Nunca se llegó a conocer la verdadera cifra de fallecidos.
El balance de muertos según se publica en los periódicos de la época ( ABC) y (La Vanguardia Española), publicados en los días 9 y 10 de Noviembre de ese año, nos habla de entre 5 y 8 fallecidos, dos heridos graves y de entre treinta y treinta y ocho personas con síntomas de asfixia, pero como decimos, las verdaderas cifras no se llegaron a saber dado que el régimen político que había en esos años trató de «ocultar la realidad», aunque por lo dramático del acontecimiento, los pocos medios de los que disponían los equipos de rescate y la dificultad para llegar allí, nos atrevemos a «dudar» al menos de esta versión oficial.
Las víctimas fueron las siguientes:
– El mozo de tren, Teodoro Cañas.
– Vicenta García, hija de un empleado de Renfe.
– El niño Juan Gil, al que tardaron 24 horas en identificar por estar sus padres entre los intoxicados más graves.
– Ángel Ibáñez, vecino de Mira que, tratando de ayudar a otros pasajeros murió, según publicó el Diario ABC.
– La niña Felicitas López.
Más tarde, ya en plenos años 80 aquella zona comenzó a «explotarse» también como lugar de recreo y actividades como senderismo o rutas turísticas, existe incluso un campamento infantil muy cercano que presta servicio actualmente. Y fue en aquella época donde comienzan a «escucharse» los primeros rumores de la leyenda que nos ocupa. Al parecer (siempre según el relato que nos llega de terceras personas) dos excursionistas que estaban por allí a los que la noche sorprende por la zona, comentan después que estando en la antigua estación abandonada, pudieron oír los gritos y lamentos de los presuntos «fantasmas» de las víctimas de aquel accidente. Nosotros no ponemos en duda dicho relato, pero como decimos y por las diferentes mediciones y pruebas parafónicas que hemos podido efectuar en la zona, descartamos que a día de hoy se estén produciendo este tipo de fenómenos en aquél lugar. Bien es cierto que no pudimos acceder a la zona interior de la estación… La entrada al recinto está cerrada y a pesar de nuestros intentos por contactar con el vigilante de seguridad que allí se encontraba, éste no quiso atendernos. Después de estar allí más de una hora desistimos en nuestro intento, pues la noche se echaba encima y el camino de vuelta era largo y más peligroso aun si la oscuridad se cernía sobre nosotros. Aún con todo, realizamos como hemos comentado una serie de mediciones por la zona y también una experimentación parafónica empleando distintos métodos de obtención, aunque las parafonías obtenidas (aunque las hubo) no son de la claridad suficiente como para llamar nuestra atención o descartar un fenómeno puramente natural.
Como apunte sin embargo, debemos destacar que la estación de Los Palancares se conserva sin duda en muy buen estado, fruto de la labor de «vigilancia» en la que tanto empeño ponen sus guardianes y por la que estamos sin duda muy agradecidos. Eso si, no queremos pensar que hubiera sido de nosotros si nos hubiera estado pasando algo grave y hubiéramos tenido que depender de aquella persona… En fin, en cualquier caso, Palancares duerme callada, sin querer desvelar la tragedia que la ha condenado a ser para siempre una «vía muerta». Quién sabe, quizá algún otro día podamos conocer muchos más secretos de este lugar lleno de misterio.
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NOTA ANEXA:
Queremos anexar en este artículo un mail que hemos recibido hoy día ocho de Junio en nuestro correo. El mensaje nos lo remite «Eduardo», que es al parecer la persona que actualmente tiene en alquiler la estación de Palancares y asimismo se encarga también de su mantenimiento y cuidado, cosa por la que como hemos comentado estamos muy agradecidos. Os incluimos el literal de su mensaje como nota a lo que ya hemos mencionado y le agradecemos profundamente su ofrecimiento.
«Hola, soy la persona que tiene alquilada la estación de Palancares. Estoy a vuestra disposición para cuando queráis ir a verla, os puedo abrir la estación y podemos dormir allí (o estar despiertos escuchando…) Yo he vivido allí varios años (ahora tengo un trabajo que me ocupa mucho tiempo y estoy menos allí) sólo y no he tenido ningún problema. De hecho a mis amigos les parece un lugar mágico y tranquilo. La valla Blanca está puesta para que las vacas no entren y se metan en el túnel ya que se ha provocado algún accidente.
Todavía pasan 8 trenes al día aunque no paran (sólo con grupos).
Si no os hice caso es porque no andaba por allí, me encanta que vaya gente y a muchos les he enseñado la estación, lo que pasa es que ahora ando liado y no estoy tanto tiempo por allí.
Un saludo y gracias por decir que está cuidada, mi esfuerzo y mi dinero me cuesta, aunque me gustaría que estuviera mucho mejor, se lo merece!
Un saludo y a vuestra disposición…
Eduardo»