Situado en el municipio de Tinum (Yucatán) Chichén Itzá se descubre sin duda para el visitante como la mejor muestra posible del esplendor y la caída de la enigmática cultura Maya. Kukulcán, uno de sus dioses creadores domina todo el entorno. Chichén Itzá fue también sin duda alguna el centro ceremonial por excelencia de esta civilización, la variedad de estilos arquitectónicos que allí pueden encontrarse y el valor simbólico que cada uno de ellos asigna a la representación de sus «dioses» así lo certifican. Que se tenga conocimiento, la ciudad data aproximadamente del año 525 d.c aunque ciertamente hay bastantes teorías al respecto que indican otras fechas viables para tal acontecimiento. Entre los años 600 / 900 d.c Chichén Itzá adquirió su máximo esplendor político, religioso y de desarrollo, convirtiéndose ya en el centro neurálgico de la península del Yucatán.
MI GUIA DE VIAJE
Por fin llegó el día de la excursión a Chichén Itzá, nos levantamos pronto para desayunar fuerte, pues el calor y el grado de humedad existentes en aquella zona selvática son realmente terribles así, decidimos coger fuerzas para no decaer en nuestro camino. Durante el viaje en autocar de aproximadamente dos horas y media de duración, nuestro guía nos iba contando anécdotas de la cultura Maya y de Chichén Itzá, nos descubrió datos realmente curiosos sobre el calendario Maya, el cual se encuentra en la ciudad de Koba. De el, nos contaba por ejemplo, que la famosa «profecía» que se ha dado a conocer a la gente y según la cual en el año 2012 se acabará el mundo es totalmente errónea, puesto que los Mayas no predijeron jamás un cataclismo de tales dimensiones sino tan solo el comienzo de un nuevo ciclo, así que en eso al menos podemos estar tranquilos.
Por fin llegó el día de la excursión a Chichén Itzá, nos levantamos pronto para desayunar fuerte, pues el calor y el grado de humedad existentes en aquella zona selvática son realmente terribles así, decidimos coger fuerzas para no decaer en nuestro camino. Durante el viaje en autocar de aproximadamente dos horas y media de duración, nuestro guía nos iba contando anécdotas de la cultura Maya y de Chichén Itzá, nos descubrió datos realmente curiosos sobre el calendario Maya, el cual se encuentra en la ciudad de Koba. De el, nos contaba por ejemplo, que la famosa «profecía» que se ha dado a conocer a la gente y según la cual en el año 2012 se acabará el mundo es totalmente errónea, puesto que los Mayas no predijeron jamás un cataclismo de tales dimensiones sino tan solo el comienzo de un nuevo ciclo, así que en eso al menos podemos estar tranquilos.
Mientras recorríamos la carretera pude ver varios poblados mayas viviendo en sus típicas construcciones, pequeñas casitas en las que la mayoría de sus habitantes se dedican a cultivar alimentos o bien a la producción de huevos tal y como lo hicieron sus antepasados. Es muy común ver en las fachadas de estas casas la imagen de la virgen de Guadalupe a la que los habitantes de la zona tienen una gran devoción. Según avanzábamos en nuestra ruta, la selva se apoderaba del entorno. Hubo un aspecto que la verdad es que me provocó mucha curiosidad, el hecho de que los propios Mayas e incluso nuestros guías, comentaran con nosotros sus dudas sobre la construcción y el origen de la gran pirámide, ciertamente su perfección y su milimétrica orientación le hacen a uno plantearse muchas de las hipótesis iniciales, que respecto a esas cuestiones, puede tener cualquiera antes de ver en vivo esta maravilla. Desplazar aquellos bloques de piedra y sobre todo por la zona en la que estábamos, se antoja realmente imposible de hacer en la actualidad, cuanto más en la época en la que se supone se construyeron estos impresionantes edificios. Fueron muchas como digo, las personas que nos comentaron abiertamente sus ideas acerca de la posibilidad de que en realidad, los «extraterrestres» pudieran haber «ayudado» en la construcción de tan colosales pirámides, de hecho en palenque se puede observar un grabado al que llaman «El astronauta de palenque» en el que presuntamente puede apreciarse una figura humana pilotando lo que parece una suerte de nave espacial, con su reactor expulsando lo que pudiera ser fuego y sus manos sosteniendo unos presumibles «mandos de control». Ciertamente es de esas cosas que le hacen a uno pensar…
Otro aspecto a destacar realmente sorprendente, es el de el equinoccio que se produce sobre la gran pirámide y durante el cual debido a los rayos solares, parece proyectarse el cuerpo de una serpiente emplumada desde la parte superior hasta la base de las escaleras, en la que se casualmente encuentra tallada una piedra con la forma del craneo de este animal sagrado para la cultura maya. Es fácil encontrarse representaciones de estos animales en cualquiera de las construcciones diseminadas por todo el complejo, o bien en relieves, al igual que la imagen del jaguar otra de sus criaturas totémicas por excelencia. Pero el espectáculo del equinoccio es realmente único y congrega a su alrededor miles de visitantes todos los años.
El fenómeno del equinoccio tiene lugar durante los días 21 y 22 en marzo y septiembre respectivamente, «El Castillo» o Pirámide de Kukulcán, se muestra entonces más impresionante que nunca. Miles de visitantes realizan todavía hoy los mismos rituales que hace miles de años. Es un momento único de conexión con los «espíritus». Es sin duda, un momento inolvidable. La escalera principal donde tiene lugar el acontecimiento en cuestión, está ubicada en la parte norte del monumento y se puede localizar con facilidad dado que al pie de cada una de las balaustras se encuentra una colosal cabeza de serpiente emplumada de piedra. La cabeza descansa en el suelo y el cuerpo erguido forma el fuste y la cola de cascabel doblada para sostener el dintel, que dan forma a la propia escalera. Y es aquí, en este punto concreto, donde cada año podremos observar puntual a su cita al mismísimo Kukulcán.
Nada más entrar en Chichén Itzá lo primero que encuentra el visitante, es una recreación de una choza maya fabricada de adobe y con el techo de paja. Después, recorremos unos pocos metros más y al fin nos encontramos cara a cara con lo más esperado… al fin nos topamos con la espectacular pirámide de Kukulcán, ciertamente me causó una gran impresión, aunque no tanto como al resto de compañeros de viaje puesto que yo ya había estado aquí hace 11 años durante unas vacaciones familiares, aun así, la magnitud y la perfección de esta mole de piedra nunca dejan indiferente a nadie, aunque se vea una y otra vez. A diferencia de hace años, donde tuve el privilegio de subir hasta su cima, ahora el paso se encuentra cerrado puesto que el mal estado de los escalones hacen realmente peligroso ascender por ella. Debo decir sin embargo que lo complicado no era subir, pues aunque se trata de una escalinata empedrada muy vertical, tenías la ayuda de una cuerda para agarrarte y se podía subir por ella como punto de apoyo, aunque debido al calor y la humedad llegabas casi sin respiración, si que era posible escalar con cierta comodidad. Sin embargo, la parte más complicada era descender por esa misma escalinata completamente vertical y en la que prácticamente había que sentarse para no precipitarse escalera abajo. Cuando uno se encuentra en aquel lugar, no es difícil imaginar aquella explanada repleta de fieles, mientras su sacerdote ascendia por las escaleras para rezar a las estrellas y el pueblo rugía con entusiasmo el poder de sus dioses, la imaginación vuela en Chichén Itzá con suma facilidad… es realmente hermoso.
Otro de los lugares que más impacto causan es el llamado «Juego de pelota», consiste en un recinto en el que se contempla un muro, en dicha pared, existe un saliente con forma de aro de canasta pero colocado en posición contraria a las canastas de hoy en día, es decir, de manera vertical a ambos lados del muro. El campo presente en Chichén Itzá mide 170 metros de largo y 70 metros de ancho. Para jugar a la pelota se seleccionaba a los mejores guerreros, los mas ágiles y fuertes representaban así, a las divinidades dentro del campo. Las plataformas que rodean el lugar servían para que los gobernantes y los sacerdotes observaran con todo el detalle desarrollo del juego. Por lo que se ha investigado, las figuras talladas en los muros que rodean al campo de juego hablan de una connotación mística y religiosa. Se cree que los miembros del equipo perdedor eran sacrificados, esto debido a las representaciones de hombres sin cabeza y sangrando al lado de otros jugadores vivos. Otros creen que los que ganaban eran los merecedores del sacrificio de sus vidas, sin embargo hay dudas acerca del sistema empleado por los mayas sobre si ellos consideraban valido hablar en términos de perdedor y ganador, ya que se conoce que sus creencias superaban toda delimitación natural terrestre, y probablemente se consideraba el juego una representación de lo que estaba por venir, un medio de entrar a la batalla del sol y las demás estrellas, entrando y saliendo del supramundo al inframundo. El misterio persiste y las pruebas de la vida y muerte de un pueblo místico y sanguinario no dejan a nadie indiferente.
Lo que si se puede ver todavía (como podéis observar en nuestras fotos), son las manchas negruzcas existentes en todo el muro, al parecer, provocadas por el gotear de la sangre por las paredes. Aquello dejaría allí su marca imborrable para la historia…
También hay que destacar la acústica que tiene el enclave, es perfecta aunque hables, grites o hagas lo que hagas, se escucha de un lado a otro del campo con total claridad, incluso el más mínimo susurro.
Se sabe también, que las cabezas de los perdedores, eran arrojadas a los cenotes (grandes pozos de agua) sagrados para los Mayas. El «Juego de Pelota» era propio de cada población, las reglas podían variar de una a otra y aunque el trasfondo era el mismo una de las circunstancias que dificultan la correcta interpretación de este «juego» en la actualidad es precisamente esta. En lo que si existe prácticamente total unanimidad, es en que durante juego participaban dos equipos, empleaban una pelota de hule y en que la cancha se encontraba siempre, sino hundida, amurallada.
Durante el recorridos se podían ver representaciones por todos los lados de cabezas de serpientes emplumadas ya que como he comentado antes eran animales sagrados y en los muros también había muchas representaciones de calaveras, las cuales hacían alusión a la muerte. El calor seguía pesándonos sobre el cuerpo y no parábamos de beber agua pero queríamos continuar nuestra andadura. Uno de los edificios que más me llamo la atención fue «El observatorio astronómico» ya que su semejanza en la estructura de la cúpula superior, con lo que sería un observatorio actual es realmente asombrosa, resulta increíble la preocupación y el conocimiento que tenían en aquella cultura por la astronomía cuando estamos hablando de una civilización tan antigua… ese sin duda es otro de los muchos secretos del antiguo pueblo Maya. Pero Continuemos nuestro recorrido por el resto de estructuras que forman el complejo:
El Observatorio «El Caracol»
Hoy sabemos de hecho, que los Mayas conocían la duración exacta del ciclo solar anual y que lo medían en 365,24 días. El Observatorio de Chichén Itzá fue dedicado al estudio de la astronomía y consiste en una torre erecta sobre dos plataformas rectangulares. El apelativo de «El Caracol» deriva de la inusual escalera al interior que semeja una concha de caracol. Desde lo alto de la torre, estos sorprendentes astrónomos realizaron observaciones a simple vista de las estrellas y registraron sus movimientos. Por estas razones, este edificio es considerado una de las principales construcciones de Chichén Itzá.
El Templo del Dios Descendiente
Este templo se erige a la derecha de «El Castillo» y aunque existen muchas representaciones del Dios que desciende, este es el único monumento que lleva su nombre. El templo se asienta en una plataforma plana que fue rellenada y preparada para que sirviera como base para erigir la construcción. Una escalera lleva hacia el Templo y en la entrada se observa un guardián emplumado (se piensa que es Ah Muzem Cab) cuyos pies son iluminados cuando el sol se eleva y permanece vigilante protegiendo las costas y el comercio. El templo tiene una sola cámara y una bóveda en forma de botella. La estructura presenta un techo terminado en cresta, y por encima de la puerta de la entrada hay un nicho con una figura pintada en yeso del Dios alado descendiendo del cielo.
El Templo del Jaguar
El templo toma su nombre de una secuencia de jaguares tallados al frente de la estructura, estas decoraciones probablemente se relacionan con la orden militar de los «Caballeros Tigre». La estructura es una de las diversas que conforman El Juego de Pelota como un todo y se cree que fue construido al mismo tiempo que la Pirámide de Kukulcán. Consiste en diferentes capas que se encuentran intrincadamente talladas y que muestran diferentes tipos de imágenes, que en conjunto pueden ser interpretadas como la historia de la creación de Chichén Itzá. Dos gigantescas serpientes emplumadas formaban las columnas en el pasillo de entrada. Los muros del interior (que están siendo restaurados) fueron ricamente decorados y tallados en piedra con representaciones en donde se muestra el momento de la creación y haciendo de este monumento un tesoro arqueológico, que nos dice mucho acerca de la cultura Maya y de la grandeza de su civilización.
El templo de los Guerreros
El Templo de los Guerreros en la «Nueva Chichén» fue construido sobre un edificio antiguo dedicado al «Dios Reclinado» Chaac-Mool, que es la figura central de este maravilloso complejo. El amplio complejo bautizado como Templo de los Guerreros es el conjunto más importante de Chichén Itzá. Es también el que muestra con más claridad la influencia de los toltecas en Yucatán, ya que su planta procede directamente del templo principal de Tula, llamado santuario de Tlahuizcalpantecuhtli, o templo del planeta Venus, bajo su forma de Lucero del alba, encarnada en Quetzalcoatl. ¿Cómo se presenta el santuario maya-tolteca de Chichén Itzá? Se trata de una pirámide que soporta una gran cella cuadrada, a la que se llega mediante una escalinata axial que desemboca en la plataforma superior, frente a un gran Chac Mool de piedra. Éste precede al pórtico de entrada formado por dos grandes serpientes de cascabel, con la boca a ras del suelo — una boca amenazadora, abierta de par en par — y la cola levantada, soportando el dintel. Esta pirámide está formada por cuatro escalones en forma de talud-tablero, cuyos entrepaños están cubiertos de relieves que representan los símbolos de las órdenes de los Águilas y de los Jaguares, así como escenas del ritual. Al pie del edificio, un cuádruple pórtico sobre pilares conduce a una gran sala hipóstila con tres naves, de la que actualmente sólo se conservan los soportes cuadrados, en número de sesenta. Este espacio cubierto estaba prolongado lateralmente por las salas cubiertas llamadas de las Mil Columnas. De hecho, Chichén Itzá es una transposición absolutamente fiel del modelo del templo de Tula. El mismo concepto general de la pirámide que soporta un gran santuario superior, la misma presencia de un Chac Mool en la entrada, la misma ornamentación repetitiva de Águilas y de Jaguares en los escalones, los mismos pilares en forma de serpiente de cascabel, cuya cabeza — con la boca abierta — está en el suelo, mientras que el cuerpo forma el fuste, y la cola de cascabel se levanta para soportar el dintel del pórtico de entrada. Finalmente, al pie del volumen piramidal, la misma sala hipóstila con varias naves y múltiples soportes.
Al llegar a Chichén Itzá, los toltecas edificaron así una especie de «súper Tula», que les recordaba fielmente su antiguo santuario. Hay que señalar, sin embargo, que el Templo de los Guerreros de Chichén Itzá había sido precedido, como el Castillo, por una construcción anterior que se ha encontrado dentro de su volumen: un primer templo, que remata una estructura análoga, pero decididamente más pequeño, cuyas características fueron retomadas por la construcción posterior que lo englobó. Esta construcción primitiva tenía ya el sistema de abovedado en hormigón de los mayas, unido a los pórticos sobre pilares de piedra. De ello se deduce que, de entrada, los recién llegados adoptaron los métodos de construcción de los arquitectos mayas. La única diferencia entre los templos de las dos fases reside en un hecho significativo: en lugar de una sola fila transversal de pilares en cada una de las dos salas (vestíbulo y sanctasanctórum) de la primera construcción, la segunda presenta un doble pórtico transversal, lo que demuestra que los constructores se atrevieron a crear espacios internos más amplios a base de soportes más ligeros y aéreos. En esta última fase de la arquitectura de Yucatán, asistimos a la realización de lugares de reunión de considerables dimensiones. Las necesidades de culto de los guerreros obligaban a crear salas hipóstilas inmensas . La del Templo de los Guerreros despliega sus naves a 50 m de anchura y 12 m de fondo, cubriendo en total 600 m2, mientras que la sala principal de la Casa del Gobernador de Uxmal no medía más de 80 m2. Se prolongaba a través de un ala de 110 m de longitud y dispuesta en ángulo recto, cubriendo así 1.400 m2, mientras que la otra sala hipóstila, que flanqueaba el lado sur de la pirámide, medía aproximadamente lo mismo.
El grupo llamado de las Mil Columnas totaliza así 200 pilares cuadrados y columnas redondas que sostenían bóvedas de hormigón sobre dinteles de madera. La audacia de los arquitectos de Chichén Itzá consistió en combinar los numerosos soportes (pilares o columnas) de los toltecas con las grandes bóvedas de piedra de la arquitectura de los mayas. Por lo tanto, las cubiertas de hormigón abocinadas ya no descansan sobre muros, sino sobre hileras de fustes. Para conseguir estas salas hipóstilas de dimensiones no conocidas hasta entonces se recurrió a vigas transversales para unir entre sí los numerosos soportes pétreos. La fórmula era elegante. Pero si los dinteles de madera de zapote se quemaban o pudrían, toda la cubierta se desplomaba, arrastrando consigo pilares y columnas.
La innovación maya-tolteca pagaba así los avances técnicos con una mayor fragilidad. Lo cual tuvo como consecuencia que algunas de las grandes salas hipóstilas abovedadas de Chichén Itzá no hayan llegado intactas hasta nuestros días. En la prolongación meridional del área de las Mil Columnas, una estructura simétrica de 75 m de ancho forma un vestíbulo bordeado por un pórtico. Esta entrada antecede un espacio cubierto de planta cuadrada, cuya columnata, que recorre todo el perímetro, determina una especie de impluvium. Soportada por columnas altas, de una extraordinaria elegancia, una techumbre de hojas de palmas sobre carpintería de madera hacia las veces de patio. Este airoso edificio, llamado Mercado , retoma, aligerándola, la fórmula centrípeta de los patios de Tula, destinados a las asambleas de guerreros. Como vemos, en la Chichén Itzá maya-tolteca de la época posclásica hay una verdadera eclosión arquitectónica. Por lo tanto, en las postrimerías de la civilización maya, la arquitectura alcanza su realización más notable, aportando al arte yucateca una serie de espacios internos que jamás había conocido ninguna cultura precolombina, y que al parecer sólo fueron superados por las construcciones palaciegas de los aztecas, de las que — i por desgracia!— ignoramos demasiadas cosas, ya que su descubrimiento por las fuerzas de Cortés fue inmediatamente seguido por su destrucción total en 1522, en la Tenochtitlán asolada por los ataques de los conquistadores españoles. A este respecto, observaremos que hay un tipo de edificios que ha desaparecido por completo de la Chichén Itzá maya-tolteca: el palacio, o vivienda de piedra. Ya no se construyen edificios con estancias vivideras, ni se planifican hileras de apartamentos dispuestos en forma de cuadriláteros. ¿Acaso los nuevos dueños de Yucatán habían adoptado, como única morada para sus escogidos, las viejas construcciones de la Casa de las Monjas? ¿O acaso los jefes guerreros y los «nobles», volviendo a las tradiciones ancestrales, ahora se conformaban con vivir en chozas de barro y palmas? En cambio, por lo que respecta a la higiene — probablemente relacionada con ritos de purificación —, la nueva Chichén Itzá ofrece unos pequeños baños de vapor abovedados que demuestran la preocupación por la limpieza que tenían los pueblos amerindios del trópico.
Para acabar me gustaría hablar del gran cenote sagrado de Chichén Itzá , aunque tuve poco tiempo para verlo lo que nos dijeron, tal y como hemos comentado antes, fue que en aquel lugar se arrojaban los cráneos y cuerpos de la gente con motivo de sacrificio y ofrecimiento a los dioses. He podido encontrar alguna información al respecto de este lugar que me gustaria compartir aquí con todos vosotros. El Cenote Sagrado es de tipo abierto, se muestra como una enorme depresión circular inundada de agua. Su tamaño es aproximadamente de 60 metros de diámetro, con paredes verticales que miden 15 metros de altura. Se encuentra al norte de la pirámide de Kukulcán y conecta con ella mediante una calzada de unos 300 m de longitud. Como en el caso general de los cenotes, a nivel del manto freático, está conectado con otros flujos laminares subterráneos, que finalmente van a dar al océano. Los Itzáes, fundadores de Chichén Itzá, y más tarde los Xiues , que dominaron la región hacia el período posclásico de la cultura maya, lo utilizaban para hacer sacrificios animales y humanos, como tributo a sus dioses. También arrojaban cerámica y joyas al fondo, en ofrendas y rituales religiosos. Un cenote (del maya ts’ono’ot:caverna con agua), es una dolina inundada de origen cárstico que se encuentra en algunas cavernas, como consecuencia de haberse derrumbado el techo de una o varias cuevas. Ahí, como se menciona arriba, se juntan las aguas subterráneas, formándose estanques más o menos profundos. Existen varios tipos de cenotes: a cielo abierto, semiabiertos y subterráneos o en gruta. Esta clasificación está directamente relacionada con la edad del cenote, siendo los cenotes maduros, como en el caso del «Cenote Sagrado», aquellos que se encuentran completamente abiertos y los más jóvenes los que todavía conservan su cúpula o bóveda intacta, aún no afectada por la erosión que va paulatinamente deteriorando la capa calcárea que la forma. En el caso de Chichén Itzá, dos cenotes importantes se encuentran en el sitio (es posible que haya más, no detectados), que son de importancia. El denominado Xtoloc y el conocido por el cenote sagrado. El primero era para abastecer de agua a la población y el segundo utilizado sólo para fines rituales en el nombre de Chaac, dios de la lluvia para los mayas. En el cenote sagrado que nos ocupa, de 13 m de profundidad y cuyo fondo tiene una gran cantidad de fango, se encuentra del lado sur un pretil que afirman las tradiciones fue utilizado para lanzar a las doncellas ricamente ataviadas y enjoyadas. Esto, en el siglo XIX, despertó la codicia de Edward Herbert Thompson que se hizo nombrar cónsul de los Estados Unidos en Mérida, compró la hacienda Chichén Itzá en 1893 e instaló una draga en 1904 en la orilla del cenote. De esta forma, extrajo del cenote gran cantidad de objetos como esqueletos humanos y de animales, así como joyas y piezas arqueológicas elaboradas en jade y onix, que trasladó a su país para vender, realizando esta tarea durante 30 años, hasta que fue denunciado y su hacienda expropiada.
La mayor parte de las piezas así obtenidas fueron adquiridas por el museo Peabody de los EEUU que finalmente, después de la intervención del gobierno mexicano, aceptó devolver a México la mitad del lote en 1970 y otras cuantas piezas en el año 2008. Dos dragados adicionales se han hecho desde entonces con resultados sorprendentes y cuyo resultados se pueden admirar en el museo de antropología e historia de Ciudad de México, una visita absolutamnte recomendable y una experiencia que os aseguramos os cambiará vuestra visión en muchos aspectos de la historia.