Diciembre de 2008. Grupo Alpha se encontraba en el comienzo de su periplo. Después de pasar más de dos años recogiendo información, publicamos en el entonces nuestro “blog” (aún no teníamos página) nuestro trabajo e investigación sobre el más mediático de los incendios que ha sufrido nuestra capital. A las 48 horas, fuimos “hackeados”. No hubo modo de recuperar el artículo. A punto estuvo de suponer el final de nuestro grupo consecuencia de la frustración que nos generó. Ahora conseguimos recuperar los borradores y las magníficas fotografías que obtuvimos con nuestro amigo A.N.B la noche del incendio desde el túnel de entrada a la zona AZCA por la calle Agustín de Bethancour. Hemos tratado de respetar al 100% la redacción original, por lo que puede que encontréis algún pequeño fallo en la misma, fruto de nuestra juventud en el tratamiento de temas de este tipo. No obstante todo lo que ha salido a la luz (ahora mismo tenéis en HBO “la maldición del Winsord”) lo apuntábamos ya en aquella época. Quizá fuimos incómodos, nunca lo pudimos comprobar pero siempre lo pensamos, no encontramos otra razón para que alguien o “algo” intentara hacernos desaparecer. Dicho esto os dejamos ya con nuestro artículo.
PARTE I: EL ESCENARIO DE LOS HECHOS
La Torre Windsor, fue uno de los edificios más emblemáticos de la zona comercial/financiera AZCA, siendo además uno de los primeros rascacielos «inteligentes» construidos en Madrid. Se ubicaba exactamente, en la confluencia de las calles Orense y Raimundo Fernádez Villaverde, justo al lado del mayor de todos los almacenes de «El Corte inglés» en España, el del Paseo de la Castellana.
Fue construida entre los años 1973 y 1979, midió 106 metros de altura con 32 plantas útiles más dos «plantas técnicas» (lo que la convirtió en el edificio más alto de la capital, hasta que se construyó el edificio BBVA que le ganó por 2 metros), y tomó su nombre de una discoteca que durante mucho tiempo se situó en sus bajos, y por la que se paseó todo el glamour de los años 80. (Miguel Bosé fue asiduo cliente de la Sala Windsor)
El edificio en sí era una inmensa mole acristalada, que únicamente aparecía «cortado» a media altura (nivel 17) por una planta técnica sin ventanas de ningún tipo. No obstante, ese gran volumen de cristal era lo le permitía reflejar el cielo de Madrid siendo realmente hermoso contemplar el atardecer reflejado en la torre, dotándola de unos tonos rojizos que ¿quién sabe? quizá querían anticipar su destino. Su núcleo central lo componían pantallas de hormigón armado, y sustentaba las escaleras y ascensores siendo su misión fundamental la de garantizar la estabilidad transversal del edificio, con bajada de cargas hasta la cimentación.
Perimetralmente, la estructura era de pilares metálicos que transmitían las cargas directamente a las plantas técnicas I y II (situadas entre los pisos 3 y 4 y entre el 16 y el 17). Completando los elementos estructurales anteriores, existían, en el interior, pórticos de pilares de hormigón de 3,4 metros de grosor y vigas mixtas que llegaban hasta cimentación. El forjado que se apoyaba en todos los elementos anteriores era reticular aligerado con bovedilla cerámica.
La Torre Windsor tenía su propio aparcamiento, con capacidad para 750 plazas, al que se accedía a través de un anillo de distribución subterráneo de 7,5 km de longitud, que daba y aún hoy presta servicio a la totalidad de la zona. El anillo de distribución está organizado en dos niveles, se estima que por él circulan al día aproximadamente 70.000 vehículos, si bien a determinadas horas de la noche el nivel –2 , que conduce a los muelles de carga de las empresas de la zona, se encuentra prácticamente desierto.
Por debajo de ella se situaba, y aún hoy se mantiene, el «laberíntico» complejo AZCA, que pretendía inspirarse en el Rockefeller Center, pero que a la hora de la verdad ha seguido una suerte dispar. El pulso de la vida en AZCA fue y es muy variable Una de las zonas que durante el día movía más dinero de Madrid, durante las noches se convirtió en una de las más peligrosas de la ciudad. Bares de copas, discotecas, locales de «alterne», sex shops, y subterráneos oscuros y estrechos que sirven de refugio a mendigos, convirtieron a AZCA en un espacio con vida propia.
Los bajos de Azca han sido fruto de peleas, y de muchas situaciones tensas, hasta el punto de que como consecuencia del conocido como » el crimen de la planta 10 de Orense 18″, se reabrió en marzo de 1999 una comisaría en la zona. Ello no evitó que en febrero de 2002, se apuñalara a un inmigrante ecuatoriano en las puertas de una de la discoteca Casablanca. La historia de Azca, en definitiva, es la historia de Jeckyll y Hyde en versión de piedra y metal
PARTE II “EL INCENDIO”
Aproximadamente a las 23:15 del sábado 12 de febrero de 2005, en la planta 21 del edificio Windsor (oficinas de la consultora Deloitte) saltó el aviso de detección de fuego. El sistema de alarma estaba calibrado de tal manera que se activaba ante incrementos de temperatura superiores a los 10 grados por minuto
Los bomberos (hay dos parques en las cercanías, los correspondientes al Distrito Tetúan, c/ Emilia 36, y al Distrito Chamberí, C/Sta Engracia 118, situado el primero a 3 km exactos de distancia de la Torre y el 2º a 1k 840 metros de la misma) llegaron en apenas 5 minutos. Sin embargo el fuego ya se había propagado a las dos plantas inmediatamente superiores.
Desde luego sorprende semejante «voracidad», por más que se indique la existencia de materiales altamente combustibles (papeles de todos los tipos, panelado en madera noble) y de «falsos techos» que habrían facilitado esa propagación. Aunque es cierto como veremos que las medidas de seguridad de la torre estaban obsoletas y de hecho se estaba abordando la renovación de las mismas, resulta cuando menos sorprendente que en apenas en 10 minutos tres plantas fueran pasto de las llamas.
Existen testimonios de personas que afirman haber olido a «quemado» a partir de las 20:30, incluso en lugares alejados a la zona. Lo cierto es que el autor de estas líneas pudo observar, aproximadamente a las 21:00 horas de la fecha de los hechos, cuando me dirigía a cenar con unos amigos en la proximidad de la zona, como de los conductos de ventilación subterráneos del anillo de distribución AZCA, nivel -1, entrada c/General Moscardó, salía una importante humareda.
Pero volvamos al desarrollo del incendio. A la media noche las llamas habían alcanzado ya la planta 30 del edificio, y aproximadamente a la 1, se provocó el desplome de parte de la estructura metálica. Multitud de «pavesas» procedentes de la combustión de los muchos papeles que albergaba el edificio llegaban flotando hasta más de 200 metros de distancia, por lo que se dió la orden de ampliar el perímetro de seguridad.
Sobre las 2 de la madrugada las llamas se habían centrado en las fachadas este y sur del rascacielos. Tenían un intenso color azul, color que se identifica con la combustión de gas, pero realmente parece improbable que existieran en el edificio depósitos de un tamaño suficiente como para causar semejante «quema». En el edificio además, no existían conducciones de gas. La tesis oficial justifica ese color azul como consecuencia de las altas temperaturas que estaba sufriendo la estructura del edificio, entre 700 y 1.000ºC.
Sin embargo son muchos los que piensan que ese color azulado respondía al empleo de aceleradores de combustión, concretamente polvo de aluminio, ya que la descomposición térmica de este material genera hidrógeno, un gas altamente inflamable incluso en mezclas con el aire. Esta teoría daría cumplida explicación a la presencia de esas bolsas de gas, y al color azulado de las llamas. Debemos indicar, no obstante que ese extremo fue supuestamente comprobado por las dos personas que primero accedieron a los restos del Windsor, dos agentes del CNP acompañados de un perro entrenado para detectar sustancias utilizadas para que se propague rápidamente un fuego. El animal no encontró nada en su paseo por las ruinas del edificio.
Siguiendo con la cronología del incendio, a las 3 de la madrugada el fuego seguía muy activo y parte de la estructura del inmueble había quedado totalmente destruida y convertida en un amasijo de hierro y cemento. El forjado, sometido a altísimas temperaturas, se «combaba» hacia dentro, ocasionando la deformación de la estructura que se acompañaban por tremendos chasquidos metálicos.
Poco a poco, la intensidad del incendio fue disminuyendo, con algunos «repuntes» como el que se produjo cerca de las 4 de la mañana, y que obligo nuevamente a ampliar la zona de seguridad. Finalmente y tras 26 horas, el fuego se consideró técnicamente extinguido a la 1 de la madrugada del lunes 14 de febrero. No obstante, fueron necesarias 48 horas más para que se enfriara la estructura y se permitiera el acceso de las primeras personas, acceso que también tuvo su polémica, como veremos. El «día después» tuvo también su sorpresa. Una de las mayores nevadas de aquella década cayó sobre Madrid. El Windsor parecía haber sido «apagado» por un inmenso extintor, del que la nieve fuera su espuma. Curiosa casualidad.
PARTE III: UN INCENDIO CONTRA LAS LEYES DE LA FÍSICA
El día después del incendio del Windsor la generalidad de la opinión pública comenzó a plantearse interrogantes sobre cuestiones que se consideraron no estar convenientemente respondidas. Comencemos con la primera de ellas. Hasta el día 13 de febrero de 2005, un incendio en un edificio se propagaba siempre hacia arriba, ya que los principios físicos hacen que este suba o se mueva horizontalmente, produciéndose la propagación por convección, conducción y radiación. Veámoslo con un poquito más de detalle. La conducción supone la transferencia de calor a través de un determinado material, desde un cuerpo a otro. La cantidad de calor que será transmitida y su rango de transferencia dependen de la conductividad del material a través del cual el calor está pasando. No todos los materiales tienen la misma conductividad de calor, por ejemplo el aluminio, el cobre y el acero son buenos conductores. Sin embargo los materiales fibrosos, tales como tela y papel son deficientes conductores, como también lo son los líquidos y los gases por el contrario debido al movimiento de sus moléculas. Por convección entendemos la transferencia de calor debido al movimiento de aire o de líquido. El aire caliente en una edificación se expandirá y elevará. Por esta razón, el fuego que se propaga por convección, lo hace mayormente en dirección ascendente, aunque las corrientes de aire teóricamente pueden llevar calor en cualquier dirección. Las corrientes de convección son generalmente la causa del movimiento del calor de un piso a otro, de un salón a otro y de un área a otra. Y finalmente, la radiación supone la transmisión directa de calor hacia un elemento combustible, lo que determinará su ignición.
Pues bien desde el 13 de febrero del 2005 (permítase la ironía) los incendios parece que pueden propagarse también en sentido descendente, lo cual para empezar obligaría a replantear todas las medidas de protección de los edificios ya que estas se diseñan teniendo en cuenta el principio de que los fuegos se desarrollan hacia arriba. Una simple comparación sirve para resaltar lo extraño de este incendio, así en octubre de 2004 tuvo lugar el incendio de la torre del parque central de Caracas, edificio con estructura de hormigón semejante a la del Windsor, que se incendió en su planta 34. Los bomberos abandonaron su extinción preocupados por un posible colapso, y el fuego quemó todo desde la planta de origen (34), hasta arriba. Pero no continuó ardiendo hacia abajo.
¿Cuáles pudieran ser las explicaciones para que el incendio se propagara hacia abajo?. Genaro Alas, uno de los arquitectos que diseñaron la Torre, lo justificaba con la existencia de comunicaciones verticales: escaleras, ascensores, patinillos de cables o instalaciones. De esta explicación discrepan sin embargo la mayoría de los técnicos. Por ejemplo, Fernando Bermejo Martín, (Jefe del Servicio contra Incendios de Badajoz, y Vicepresidente de la Asociación Profesional de Ingeniería Contra Incendios) lo refutó señalando que «la propagación hacia abajo del fuego no parece probable que se debiese a eso: si ese hubiese sido el procedimiento, los materiales incendiados habrían caído por tales huecos no solo a la planta inmediatamente inferior, sino a otras más abajo. Sería justificable tal forma de propagación si, por ejemplo, estando el fuego en la planta trece, hubiese aparecido un foco en la planta nueve, pero no si de la planta trece pasa a la doce, de esta a la once, a la diez, etc».
La otra explicación que se buscó fue la de que el forjado de los suelos no era compacto, esto es las plantas estaban separadas por falsos techos, que al desprenderse parcialmente. Habrían trasladado con su caída el incendio hasta las plantas inferiores. Igualmente se ha rebatido esta teoría ya que si esta hubiese sido la causa podrían apreciarse en el edificio pequeños derrumbes parciales o roturas de los forjados, por los que se habría propagado el fuego, lo que no se detectó en ningún momento.
Ninguna otra explicación se ha conseguido dar sobre este punto. Sin embargo lo que si pudo constatarse (basta con echar un vistazo a la galería de fotografías y a los videos sobre el incendio), es que durante el incendio aparecieron inmensas bolsas de color azulado, las cuales como ya señalamos se generan por la combustión de gas y aparecen siempre cuando se utilizan aceleradores de combustión (por ejemplo polvo de aluminio, que al calentarse genera hidrógeno). Justo es decir, igualmente, que los miembros de la policía científica no encontraron restos de la utilización de elementos para acelerar y mantener un incendio.
A la vista de lo expuesto, que cada cual saque sobre este punto las conclusiones que quiera, pero si queremos poner de relieve, tal y como señaló José María Vilamajó Rossell, Presidente del Colegio Oficial de Detectives Privados de Cataluña, en una entrevista que le realizó la revista Interviú, que «….en el 99% de los fuegos provocados se dan cuatro circunstancias, nocturnidad, festividad, falta de actividad y un móvil». Los tres primeros se dieron en el caso Winsord, respecto del cuarto a fecha enero del 2009 y una vez concluida la investigación penal que lo equipara al caso fortuito, continuamos moviéndonos en el ámbito de las conjeturas. Concluiremos nuestro análisis del llamado «Windsorgate» con ello.
EPISODIO FINAL: FANTASMAS Y BUTRONES. RAZONES PARA HACER DESAPARECER UN EDIFICIO
Sabemos ya que la mecánica del incendio del Windsor presentó numerosos interrogantes. Interrogantes que se vieron acrecentados con la presencia de figuras humanas moviéndose en el interior del edificio, documentadas a través de la grabación de vídeo efectuada por un matrimonio de Reus, Enriqueta Fernández y Carlos Just, que se encontraban de visita en casa de unos familiares en un edificio cercano, en la planta 11, desde la que grabaron tomas del incendio, y que vieron como en las ventanas de un despacho de la planta 16 (5 plantas por debajo de donde se inició el incendio) se apreciaban las siluetas de lo que parecían ser dos personas moviéndose por un despacho con haces de luz emitidos por linternas y portando además aparatos de intercomunicación, todo ello a las 3.50 de la madrugada cuando el incendio mantenía su mayor virulencia. Con posterioridad aparecerían dos vídeos más que confirmarían la presencia de personas en el edificio, de hecho son en total tres los videos que se aportaron al Juzgado de Instrucción 28 de Madrid, que conoció del caso en primera instancia.
Mucho se divagó sobre quienes pudieran ser las personas que se encontraban dentro del edificio. El Ayuntamiento de Madrid negó la posibilidad de que se tratara de bomberos, ya que según su declaración estos abandonaron definitivamente el interior del edificio en torno a la una de la madrugada. Se desmontó igualmente la hipótesis de que fuera el reflejo de dichos profesionales trabajando desde los edificios colindantes. Prosegur negó la presencia de vigilantes de seguridad a esa hora en el interior de la Torre y finalmente se descartó la hipótesis de que se tratara de un fenómeno paranormal, y ello a pesar de que alguno de los habituales en esta materia tratara de justificarlo con unas “psicofonías” recogidas sin ningún tipo de garantía.
Finalmente, hasta los órganos judiciales han admitido en las resoluciones dictadas, que dichas imágenes corresponden a personas, en el auto de sobreseimiento que dicta D. Mariano Ascandoni, titular del Juzgado de Instrucción 28 se indica que «Las imágenes contenidas en la cinta no presentan ningún tipo de manipulación, ya que las señales de audio y vídeo se corresponden en todo momento», y que «las sombras que aparecen no son producidas por un reflejo procedente del exterior», asertaciones estas que posteriormente asume y confirma la Audiencia Provincial de Madrid al resolver el rollo de apelación, que a pesar de ello confirma la inexistencia de base alguna para sostener la existencia de algún tipo de responsabilidad penal en el incendio, sea por dolo o sea por simple negligencia.
Luego parece claro que teníamos personas dentro pero ¿Cómo accedieron al interior de la torre?. El acceso por cualquiera de las puertas principales se descarta desde el primer momento, ya que habría sido registrado por los medios electrónicos existentes, pero tres días después del incendio se constata la presencia en los sótanos del complejo AZCA, de un butrón. El butrón estaba efectuado desde dentro hacia fuera, en un tabique de pladur muy próximo al garaje que en el nivel – 1 tenía el edificio, lo que hace pensar que hubiera podido ser utilizado como vía de escape para salir del edificio. Por si ello fuera poco a los 8 días del incendio se descubrió también que había sido forzada una puerta de acceso al edificio que se encontraba en el sótano segundo del subterráneo de Azca. (nivel – 2)
Se llegó a decir que la puerta había sido forzada por los bomberos, pero esta hipótesis se desmintió ya que el mecanismo de acceso que utilizaron fue la puerta trasera de la planta técnica del piso dos de la torre. Si a ello unimos que la policía municipal admitió que aunque la zona estaba acordonada, no se estableció vigilancia en la zona de los subterráneos, corresponde a cada uno de nosotros sacar nuestras propias conclusiones. La justicia en este punto, se lava igualmente las manos con una solución de compromiso determinando la imposibilidad de establecer «un curso causal necesario» entre la existencia del butrón y la posibilidad de que el incendio fuera provocado.
Se intentó buscar una «cabeza de turco», en este caso una trabajadora del departamento de RRHH de la consultora «Deloitte», que reconoció haber estado trabajando y fumando en el interior del edificio. Harto improbable parece que una simple colilla hubiera podido llegar a generar un incendio de semejante magnitud, máxime sin que antes se hubiera percatado de ello personal de seguridad de la torre. En cualquier caso se la exime finalmente de responsabilidad al considerarse que «no concurren indicios para poder establecer un engarce causal entre el consumo de cigarrillos y el origen o propagación del incendio, al no existir base, salvo que se entre en el ámbito de la conjetura, para concluir en sentido contrario».
La siguiente pregunta es ¿por qué habría tenido que entrar alguien dentro de ese infierno?. También son muchas las teorías que se han barajado, desde la que indica que Deloitte guardaba fuertes sumas de dinero en metálico y obras de arte, hasta la que parece más plausible, la existencia en el edificio de documentos comprometedores concernientes a los servicios de inteligencia del estado español. (Algunos de esos documentos nos involucrarían en venta de armas a estados en conflicto/ no cumplidores de los derechos humanos) que habría que hacer desaparecer. De hecho, por todos es conocido que se autorizó el acceso a la empresa Comparex para poder retirar determinada documentación que se guardaba en una caja fuerte, y que supuestamente se refería a contratos mercantiles de mantenimiento celebrados con el ministerio de defensa. Quizá estarían comprobando si el fuego había consumido su rastro, y retirando todo aquello que no debería de salir a la luz pública.
Para concluir nuestro periplo por el incendio del Windsor, unas breves notas de las razones que nos llevan a pensar que el mismo hubiera podido ser provocado.
1) La rapidez con que se propagó inicialmente el incendio
2) La virulencia y el color azulado de las llamas (según los expertos, cuando se utilizan aceleradores de fuego, las llamas tienen ese color)
3) Las siluetas que aparecen dentro del edificio cuando mayor intensidad tenía el incendio y que según hemos indicado sin ningún género de dudas se corresponden con personas.
4) Porque se encontraron varias puertas forzadas dentro del edificio: una en la planta segunda y otras dos en los sótanos en los túneles de acceso a la torre, sótanos que al parecer, la noche del incendio no estaban siendo vigilados por nadie.
5) Y por encima de todo, porque contra todas las leyes de la física, el incendio se propago hacia abajo.
Sabemos igualmente que el edificio empezaba a dejar de ser rentable económicamente, no se encontraba ocupado más que en un 60% y las perspectivas dada la proliferación de nuevos espacios, eran todos menos halagüeñas. La recuperación de parte de su valor vía seguros unida a la venta de la superficie y del vuelo pudieran justificar que hacerla desaparecer fuera rentable. Ello sin entrar en algo a lo que la rumorología apunta y que evidentemente como tal debe tratarse. Deloitte estaba auditando a una de las primeras entidades financieras del país, el BBVA y el «agujero» descubierto era de escándalo. A fecha de hoy, marzo de 2023, han pasado 14 años desde que escribíamos estas palabras y revisándolas parecen tener más vida que nunca. Hoy día contamos con más información, se ha llegado incluso a afirmar rotundamente que el comisario Villarejo fue quien incendió el Windsor para destruir los precitados documentos del BBVA, justo unos días después de que la Fiscalía anticorrupción hubiese solicitado a Deloitte la documentación sobre FG Valores, empresa que Francisco González había vendido para poder acceder a la presidencia de Argentaria y posteriormente a la del BBVA. Francisco González, posteriormente, salpicado por las revelaciones del “comisario” se conformaría con mantener la Presidencia de honor del banco, cobrando eso si una pensión de 80 millones de euros. Pero a pesar de todo lo dicho, lo cierto es que el misterio de nuestro “coloso en llamas” subsiste.