El 11 de Julio de 1978 (hace ahora algo más de cuarenta años) se produjo en España una de las peores tragedias de cuantas han acontecido en nuestro territorio. A las 14:36 horas de ese día, el infierno, literalmente, hizo acto de presencia en el tranquilo camping de los Alfaques, en Alcanar (Tarragona). Un camión cisterna cargado con más de 23 toneladas de propileno, (un gas que se transporta en estado liquido y que en contacto con el aire es altamente inflamable, llegando a superar incluso temperaturas de mil grados centígrados) algo en absoluto recomendado, dado que por entonces no había ninguna normativa legal al respecto y lo aconsejable era cargar unas 19 toneladas y que tampoco disponía de la denominada válvula de sobrepresión que le habría indicado al conductor lo que estaba a punto de suceder, hacia explosión de manera súbita y brutal justo en el momento en que circulaba muy cerca de la entrada principal del camping. Fue tan tremenda la onda expansiva que algunos restos del camión aparecieron tiempo después a centenares de metros de distancia.
En ese instante, el tiempo se detuvo para mas de 158 personas que quedaron totalmente carbonizadas y cuyas imágenes (que omitiremos) a día de hoy siguen recordándonos inevitablemente a las de una explosión nuclear o incluso a las terribles formas que adoptaron los cuerpos de Pompeya tras la brutal explosión del monte Vesubio, otras 57 personas morirían poco después a consecuencia de las quemaduras y 67 más quedaron heridas de diversa consideración. La mayoría de todos aquellos cuerpos siguen a día de hoy sin haber podido ser identificados. Más de tres cuartas partes del camping quedaron completamente arrasadas, algunos de los supervivientes de la primera explosión (a la que seguirían decenas de explosiones más) quisieron encontrar refugio corriendo hacia la playa para lanzarse al agua y evitar así las terribles temperaturas y el fuego, pero por desgracia, aquello no fue mas que un terrible error que llevo a la muerte a decenas de personas más, el agua, debido a la explosión, había alcanzado ya temperaturas de más de 2000 grados centígrados y literalmente aquellos que se lanzaron al mar, terminaron hervidos de manera espantosa, aquello se convirtió en segundos en una trampa mortal de necesidad. Aquella desgracia conmociono no solo a los supervivientes y sus familiares, sino también a todos aquellos que se acercaron para ayudarlos y que todavía hoy, recuerdan con dolor las escenas que pudieron contemplar en aquellos trágicos momentos. Desde aquel día, este lugar, pasaría a recordarse como «el camping maldito de los Alfaques», múltiples historias acerca de apariciones espectrales caminando por la carretera y fenómenos paranormales de todo tipo que se desarrollarían dentro del propio camping comenzaron a rumorearse y extenderse prácticamente de inmediato, hemos de decir sin embargo, que sus propietarios actuales han querido desvincularse desde el primer momento de todas estas historias y de tan terrible suceso, algo por otro lado del todo comprensible, de echo, el único recuerdo ya que queda de todo aquello es una suerte de monumento a las victimas que pasa casi inadvertido ubicado justo a la orilla del mar donde tantas personas perdieron su vida. Lo que vais a leer a continuación, no es mas que la humilde y respetuosa crónica de todo lo que pudimos vivir y sentir nosotros hace algunos años en el camping de los Alfaques.
TRABAJO DE CAMPO
Recorrer hoy la N-340 es de alguna manera como retroceder al pasado, sigue siendo una de las carreteras con mayor índice de accidentes de España, de echo varias asociaciones siguen llevando a cabo constantes acciones en contra del paso de vehículos pesados por esta zona, los esporádicos e improvisados crucifijos y ramos de flores que vamos viendo en nuestro camino no dejan de recordarnos esa circunstancia. Aun así, no podemos dejar de sentir cierta ilusión al saber que el objetivo de nuestra investigación cada vez está más cercano. Cuando llegamos a la entrada de Los Alfaques, de alguna manera, para nosotros el tiempo también se ha detenido.
Lo primero que uno puede observar es que apenas queda ya nada del antiguo camping, un pequeño bar/cafetería junto a la recepción de entrada nos da la bienvenida. Tras recoger las llaves de la caravana que nos han asignado nos dirigimos a la que será nuestra base de operaciones en ese fin de semana, durante la tarde revisamos todo nuestro equipo de trabajo, cámaras, grabadoras, medidores de campo y temperatura, en nuestro interior algo nos dice que vamos a vivir una jornada muy intensa y llena de emociones… y lo cierto es que no estábamos equivocados. Cae la noche, en el camping apenas hay turistas o personas alojadas puesto que no estamos en temporada alta, lo cual todo sea dicho, nos beneficia mucho para nuestra labor. Cargamos todo el equipo en nuestras mochilas y nos disponemos a realizar un primer perimetraje de la zona por aquellos lugares donde sabemos, por diferentes fuentes, que se produce una mayor «actividad» paranormal, la playa, el monumento homenaje a las victimas y la carretera que circunda el camping, por ese orden, serán nuestros principales puntos de vigilancia durante todo este fin de semana.
Caminamos en dirección a la playa tan solo iluminados por la tenue luz proporcionada por algunas pequeñas farolas situadas a los lados del camino, el silencio es absoluto y aunque no se percibe ningún tipo de sensación extraña ni nuestros dispositivos de temperatura o campos electromagnéticos nos ofrecen en ningún momento una lectura fuera de lo normal, lo cierto es que tanto mi compañero como yo mismo sentimos que no estamos solos, de alguna manera es como si centenares de ojos estuvieran pendientes de cada uno de nuestros movimientos allí. Al llegar a la playa, ubicamos todo nuestro equipo sobre una gran roca, varias cámaras de visión nocturna observando la línea de playa, detectores de movimiento alrededor nuestro para comprobar que no hay nada ni nadie cerca y comenzamos de inmediato a realizar una primera sesión de grabación parafónica, el propio sonido del mar nos servirá en esta ocasión como «portador» para nuestras amigas las voces en caso de que quieran dejarnos algún mensaje. No obstante, tras varios intentos sin resultados destacables decidimos poner en funcionamiento nuestra GhostBox, un dispositivo que por lo general suele darnos grandes resultados, y lo cierto es que no se hace esperar, apenas mi compañero termina de saludar para iniciar la sesión ya obtenemos una respuesta realmente interesante.
Pero si a lo largo de esta investigación hubo un lugar que destacó en cuanto a resultados, este fue sin duda alguna el memorial a las victimas de aquella tragedia. Muy cerca de allí llevamos a cabo varias mediciones y pruebas parafónicas, de echo, fue el único punto de todo el camping donde pudimos constatar súbitas bajadas de temperatura en apenas unos segundos, lo que se conoce como fenómeno de termo génesis y también interesantes y bruscas variaciones en el campo electromagnético a medida que realizábamos las diferentes sesiones de grabación de audio. Como podéis ver aquí, los resultados en este punto concreto fueron realmente espectaculares en cuanto a su calidad.
Pero no todo iban a ser alegrías en esta investigación, uno de los lugares de los que más se habla en todos los foros y hemerotecas respecto al camping, es sin duda la carretera que lo circunda. En este lugar, son muchas personas las que aseguran haber sido testigos de lo insólito llegando a visualizar todo tipo de figuras espectrales o fantasmales como salidas de otro tiempo, una suerte de «santa compaña» que al parecer gusta de pasear alrededor de lo que fue un día su lugar de descanso y felicidad en vida y que ahora, parecen resistirse a abandonarlo. No obstante, ni nuestras cámaras de visión nocturna, ni los demás dispositivos que situamos en esa zona y tampoco ninguna de las rondas que hicimos por allí tuvieron resultado positivo.
Pero el camping de los Alfaques no iba a permitir que nos fuéramos de allí sin vivir una última sorpresa, todo sucedió precisamente la última noche que pernoctábamos en nuestra caravana, mientras recogíamos todo el equipo para ir guardándolo en sus correspondientes bolsas, aproximadamente a las tres de la mañana, mi compañero Miguel comienza a percibir sonido de voces de niños, risas, e incluso movimientos alrededor de nuestra caravana como si alguien estuviera jugando a la pelota o algún otro juego en ese momento, en ese instante, alertado por mi compañero, dejamos de inmediato todo lo que estábamos haciendo y cámara de vídeo en mano salimos raudos de la caravana pero allí ya no había ningún niño… En cualquier caso, parece claro, que los «ecos del pasado» en ocasiones se resisten a ser olvidados….
Desde aquí queremos enviar nuestro más cariñoso y respetuoso pésame a todos los familiares y amigos de las personas que perdieron su vida en aquel trágico instante, descansen en paz.