“La astronomía ha sido en todos los tiempos considerada como una de las ciencias más útiles e instructivas. Ella es la que ha reglado, regla y mide las horas, días, meses, años y siglos; la que nos ha dado a conocer los fenómenos celestes, sacándonos de los temores y espantos con que ellos nos afligían; la que ha enseñado a los hombres a surcar los mares más desconocidos y peligrosos…. “
Jorge Juan, Estado de la astronomía en Europa, 1773
La astronomía es, en pocas palabras, la ciencia que estudia todo aquello que rebasa los límites de la Tierra, y se trata de una de las ciencias más antiguas. Todas las civilizaciones desde tiempos inmemoriales han observado las estrellas, independientemente de si las sociedades se inclinaban por una explicación científica de los fenómenos que observaban o no.
En este contexto, los orígenes del Real Observatorio de Madrid se remontan a Carlos III, a propuesta del marino y científico español Jorge Juan y Santacilia, que fue quien traslado al monarca la idea de crear un observatorio astronómico de carácter nacional en Madrid. Su idea fue muy bien acogida por el rey, que rápidamente ordenó (en torno a 1785) la construcción de un edificio destinado a tal fin, si bien no fue hasta 1790 que se inició la formación de su futuro personal y se llevaron a cabo las primeras adquisiciones de instrumentos, culminando en 1796 con la creación del cuerpo de ingenieros cosmógrafos. El observatorio entraba así a formar parte de lo que se conocía como “el eje de las ciencias” por encontrarse alineado con el Real Jardín Botánico y el Real Gabinete de Historia Natural (hoy Museo del Prado).
El observatorio fue saqueado y la mayor parte de sus instrumentos destruidos durante la Guerra de la Independencia, utilizando las tropas napoleónicas el mismo como polvorín y acuartelamiento, quedando posteriormente abandonado hasta su refundación en 1845, cambiando su denominación en 1865 por la de Observatorio astronómico y meteorológico de Madrid , ocupándose de dirigir la meteorología nacional hasta 1904, año en el que se integra con el Instituto Geográfico Nacional, y se convierte en una de sus secciones y en 1912 se instala un telescopio ecuatorial de Grubb.
Durante la Guerra Civil no sufrió graves desperfectos, si bien quedó totalmente abandonado hasta 1970. Para esa fecha, la observación del cielo desde Madrid es ya dificultosa por la contaminación ambiental y lumínica, por lo que se desplaza la misma al centro astronómico de Yebes (Guadalajara) y Calar alto, en Almería.
Hoy en día el real Observatorio sigue llevando a cabo su labor investigadora en astrofísica, centrado en la radioastronomía, abarcando varias líneas de investigación relacionadas con la formación y evolución de estrellas y galaxias coordinándose a tales efectos, con el ya citado radiotelescopio de 40 metros situado en Yebes.
LA VISITA
Durante la visita se recorren los siguientes lugares:
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El edificio Villanueva, que es el edificio principal del observatorio y que a su vez consta de tres partes
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La Rotonda Central, en la que se ubica un péndulo de Foucault que se instaló en 1990 (bicentenario del Observatorio) como réplica a menor escala del construido en 1851 por León Foucault y con el que demostró la rotación de la Tierra sobre sí misma. Mientras la Tierra gira sobre su eje, el péndulo oscila en un plano fijo sobre el espacio. Conforme la Tierra va girando el péndulo cambia su orientación relativa con el edificio y acaba por derribar los pivotes de madera que le rodean. También encontrareis entre otros instrumentos, un par de telescopios de madera, adquiridos en los primeros años de vida del edificio y construidos por William Herschell, y una de las joyas del Observatorio, el espejo original del gran telescopio que pudo salvarse del expolio de las tropas napoleónicas
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La Sala del Círculo Meridiano: Llamada así por el instrumento que se sitúa en el centro de la misma, y cuyo propósito era la fijación de la hora oficial a través de la observación de los astros. Así se vino haciendo en esta sala hasta que se adquirió el primer reloj de cuarzo. Como podéis observar en las fotos que os acompañamos dispone de un carril que permite el desplazamiento del sillón reclinable en dos direcciones, y en el que se sentaba el astrónomo para ver el momento en el que la estrella elegida cruzaba el meridiano. La imagen nos trajo a la memoria el recuerdo del space jockey, de la película Alien, o la del ingeniero activando el mapa estelar, justo antes de hacer despegar su nave, en Prometheus (podéis ver la imagen aquí)
Como dato curioso, señalar que desde aquí se mandaban dos señales eléctricas al relojero de la Puerta del Sol, una al medio día y otra a las 12 de la noche para que soltara la bola del reloj.
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La Biblioteca: Que fue instalada en estas dependencias en torno a 1880, cubriéndose las paredes con las estanterías que podéis ver en el reportaje fotográfico, añadiendo dos escaleras de caracol para acceder a la parte superior. La pieza más valiosa de su patrimonio es un incunable, del año 1490, llamado “Sphaera Mundi” del astrónomo SacroBosco. Destaca en el centro de la Sala el pilar de 4 péndulos reversibles (péndulo de Repsol-Bessel) con el que el geodesta Joaquín Barraquer y Rovira determino la gravedad en Madrid. En el pilar sobre el que se asientan los mismos , figura una placa con la inscripción “Fuerza Gravedad G =9m,800156 +- 0m,00016, determinada por D. Joaquín Barraquer y Rovira con los 4 péndulos de inversión en los años 1882-1883”
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El telescopio de Herschel: Con 60 cm de diámetro y 25 pies de distancia focal, construido entre 1796-1798, y que como ya os contamos destruyeron la tropas de Napoleón durante la ocupación de Madrid, al establecerse en la colina del observatorio por su interés estratégico un polvorín y puesto de mando. Afortunadamente, al tenerse noticias del avance de la “Grande Armeé”, dio tiempo a recuperar y esconder los dos espejos principales, que eran la parte de mayor importancia del mismo.
En efecto, los espejos son las piezas fundamentales de cualquier telescopio. Se realizaban con aleaciones bronce cuyo secreto guardaban los constructores. La razón por la que se construían dos espejos era que las superficies deflectoras se degradaban fácilmente, por ello con la sustitución se garantizaba la continuidad de la observación mientras que el deteriorado era pulido de nuevo.
El telescopio se construyó en un astillero inglés, finalizándose en 1798. Herschel realizó varias pruebas con el mismo, observando a tales efectos el planeta que había descubierto (Urano, conocido por aquél entonces como la estrella del rey Jorge). Desde allí partió hacia Londres y el 7 de enero de 1802 fue embarcado en el bergantín “Juana”, de bandera danesa, distribuido en 52 cajones y con las instrucciones para su montaje y utilización. Tras su llegada a Bilbao, la carga se distribuyó en cuatro carros , con la desgracia de que a poca distancia de Bilbao , el instrumentalista jefe del Observatorio fue arrojado por la mula que montaba falleciendo a resultas de la caída.
La muerte del especialista demoró en el tiempo la entrada en servicio del telescopio, hasta que tras la intervención del propio Carlos III, que deseaba ser el primero en contemplar con su nueva “joya” el firmamento, aceleró el proceso. No existe no obstante constancia de que la real visita llegara a efectuarse ya que la primera observación constatada se fecha en el 18 de agosto de 1804, posterior al fallecimiento del monarca.
Fue el segundo telescopio más grande de su época y uno de los preferidos por el propio Herschel, que mejoró la orientación de la óptica disminuyendo el número de espejos para de esa manera obtener una mejor nitidez. La observación la realizaba el astrónomo a través del ocular, desde el balcón del telescopio.
La reconstrucción actual, idéntica al original y funcional esta datada en el año 2004.
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La Sala de las Ciencias de la Tierra y del Universo. En ella encontraremos una colección de instrumentos de Astronomía, Geodesia y Geofísica de los siglos XIX y XX. Os destacamos el telescopio ecuatorial de Grubb, que incorporaba un espectrógrafo ( para determinar la temperatura y composición del cuerpo observado) y una cámara fotográfica , y un buscador de cometas.
Entre los instrumentos de cartografía, la regla con la que el general Ibañez Ibero , midió en el año 1857 , con un error prácticamente despreciable , la distancia entre los vértices geodésicos de Bolos y Carboneras ( Madridejos , Madrid ) . A partir de esa medición y por trigonometría, se pudo conocer la distancia de los otros vértices situados hasta 40 km de distancia
En definitiva, os queremos dar a conocer con esta reseña, un lugar poco conocido de nuestro Parque del Retiro, cuya visita por su interés os recomendamos encarecidamente. A tales efectos os recordamos la conveniencia de reservar la visita en la web del IGN, ya que la compra presencial está sujeta a lo no superación del aforo de 25 persona. El coste de la entrada general es de 5 euros, su duración aproximada es de 1h 30 minutos y tienen lugar los viernes, sábados y domingos.
Para la elaboración de esta reseña hemos utilizado la información disponible en la página oficial del Instituto Geográfico Nacional y las notas de campo obtenidas durante nuestra visita