En la sentencia de 6 de abril de 1853 se establecía expresamente que ni estaba loco ni era idiota o maníaco, por lo que se le sentenció a morir “agarrotado” y a pagar una multa de 1000 reales por víctima. Posteriormente Isabel II le conmutó la pena por cadena perpetua.
Manuel Delgado Villegas, “El Arropiero”
Condenado como autor de 8 asesinatos, aunque confesó haber cometido 47 entre 1964 y 1971. A Manuel Delgado no se le llegó a juzgar, estaba diagnosticado como mentalmente desequilibrado y la Audiencia Nacional ordenó en 1978 su internamiento en el Hospital Psiquiátrico Penitenciario de Carabanchel, en régimen carcelario y a perpetuidad. (Directamente a través de un Auto, sin Sentencia) Con anterioridad se le había mantenido seis años encarcelado, entre 1971 y 1977, sin ser legalmente juzgado ni culpado y sin que se le nombrara abogado defensor hasta que se determinó su internamiento. Técnicamente hablando el encausamiento de «el arropiero» fue un verdadero caos, hasta el punto de que incluso la Audiencia Nacional, en el año 1992 declaró que «La aplicación de la reclusión a perpetuidad que pesaba sobre Manuel Delgado viola completamente la Constitución y los más elementales derechos humanos»
Abusó sexualmente y mató a 16 ancianas en Cantabria, entre 1987 y 1988. Se le condenó a 440 años de prisión y murió apuñalado en la cárcel de Topas, Salamanca.
Mató a tres ancianas entre 1978 y 1979 en Barcelona. Se le condenó en 1982 a 86 años once meses y 13 días de cárcel.
Asesinó a tres ancianas a lo largo del verano del año 2006 y trató de matar a otras cinco. El Tribunal que la juzgó descartó categóricamente que sufriera ningún trastorno de personalidad ni enfermedad mental alguna. Fue condenada a 144 años y 7 meses de prisión.
Violó y estranguló a cinco mujeres en Castellón (Benicàssim), en 1995. Condenado a 69 años de prisión. Él trató de alegar que tras la ingesta en grandes cantidades de alcohol, una fuerza le llevaba a cometer estos crímenes. Pero aquí sus alegaciones no prosperaron.
Asesinó a tres personas en 1998, se le impuso una condena de 30 años.
Violó y asesinó en noviembre de 2004 a María Isabel Bascuñana, en Lleida. Condenado a 45 años de prisión. En Ecuador, su país natal ya había violado y estrangulado a otras ocho mujeres entre 1988 y 1993.
Siete envenenamientos entre 1992 y 1995, cuatro de sus víctimas fallecieron. No se pudo probar que apareciera cianamida en los cadáveres, por lo que no se la inculpó por asesinato pero sí se acreditó que las gravísimas lesiones de los supervivientes derivaran del envenenamiento y se la condeno a 34 años de cárcel.
El secuestro que planearon se les fue de las manos y acabaron asesinando a cuatro personas. Condenados a doscientos doce años, cinco meses y un día de cárcel cada uno de ellos.
Asesinó a 6 personas entre los meses de enero y marzo de 2003. Condenado por ello a 142 años y tres meses de prisión. De seguro alguno más se nos ha quedado en el tintero (recordamos también a José Cintabelde, 1890 y a José María Jarabo 1958, ambos fueron ejecutados por sus crímenes) pero como podéis ver, para llegar a nuestra primera conclusión; «Es realmente excepcional que un Tribunal absuelva a un asesino por considerarle completamente loco” los ejemplos mencionados son más que suficientes.
“Los informes de los peritos y en especial de los médicos forenses obrantes en autos en folios 1501 a 1540, aceptados por todas la partes y también por la Sala debido a su profundidad y rigor han sido categóricos. El procesado presenta una psicopatología compleja, es un enfermo mental con un diagnóstico múltiple: esquizofrenia como paradigma de la locura, alcoholismo crónico y necrofilia…..
A García Escalero se le ha encuadrado en la categoría de los “psicóticos”, que no psicópatas. La diferencia es importante, estamos hablando de una persona enferma con graves problemas mentales en un caso y en el otro de una persona aparentemente normal, fría y calculadora y con conciencia de sus actos. En la mente del psicótico todo es confusión, desorden y esto normalmente se ve reflejado en la escena del crimen. Suelen ser personas con unas características precarias tanto en su vida personal como social y de violencia extrema y descontrolada. La característica principal que hace diferenciar al psicótico del resto de asesinos, es que nos encontramos ante un enfermo. La pérdida del contacto con la realidad es lo que genera sus acciones incontroladas y fuera de todo sentido común. Su percepción de las cosas y de lo que sucede a su alrededor se ve de tal forma alterada que su reacciones se ven condicionadas hasta el extremo de que nada ni nadie puede sacarle del error en que se encuentra. Los psicóticos generalmente acaban en esta condición por causas externas, lo más común, como fue en este caso es que se llegue a ese estado por el consumo masivo de alcohol y/o drogas. Suelen tener una zona de actuación en la que se desenvuelven (en este aspecto así fue también con Francisco que como os contamos en el vídeo ejecutó la mayor parte de sus actos en el eje Arturo Soria- Alcalá -Ventas – Parque de las Avenidas) ya que fuera de ese radio de acción los psicóticos quedan sin puntos de referencia. Como asesino, se le encuadró en el tipo “desorganizado” aunque nosotros discrepamos hasta cierto punto de ese perfil, ya que sus actos siguieron un patrón reiterativo más similar a un psicópata que a un asesino caótico y desorganizado. De los 10 crímenes cometidos (11 si incluimos el primero, el de Paula) en 4 decapita a sus víctimas y en uno (Ángel Heredero) intenta hacerlo. En 8 de ellos, aplasta la cabeza con una pedrada. En 7 de ellos apuñala a las víctimas. En 6 les prende fuego… Un patrón de actuación aunque fuera tosco, parecía existir, no todo era aleatorio e improvisado. Aunque sus actos los ejecutara fruto de las voces que decía escuchar y a pesar de que insistía en no recordar lo que sucedía cuando mataba, en esos momentos, su mente ya fuera consciente o inconscientemente seguía un guion concreto. Y realizaba actos destinados a la ocultación del crimen, aunque fueran de carácter básico (quemaba los cadáveres, los arrojaba a un pozo, les seccionaba los pulpejos de las manos…) De Francisco también se dijo que ejecutaba sus actos en “cortocircuito”, a ese respecto él mismo declaró: “Que una furia se le subía a la cabeza”. Los forenses que concurrieron al juicio explicaron que se trataba de impulsos violentos, que surgían sin apenas elaboración y que no le generaban sentimientos de piedad, culpa o arrepentimiento. Sin embargo, al menos en el primer asesinato que se le atribuyó esto no fue así. A Mario Román González lo mató en agosto de 1987 y cuando fue a la gasolinera cercana al cementerio de la Almudena a comprar whisky, compró también gasolina. No cabe pensar que fuera para calentarse ya que se encontraban en pleno verano. No había iniciado todavía su “ritual” toxico combinando alcohol y pastillas, para situarse en ese estado alterado de conciencia en el que dejaba abierta la puerta a la locura. Pensamos pues que sabía lo que hacía. Esta opinión, además, no es exclusivamente nuestra. Como ya os contamos, Jesús Quintero, tras entrevistarlo en su programa “Cuerda de presos” comentó también, que tuvo la sensación de haberse enfrentado al mismísimo Aníbal Lecter y que no le había quedado claro si era un tarado o por el contrario un genio criminal capaz de asesinar a catorce personas a lo largo de seis años, sin dejar huella y sin que la policía se fijara en él. Aún más, en uno de los primeros artículos que fue publicado en «El País» cuando efectuaba la crónica de la primera confesión de Escalero, que tuvo lugar el 22 de diciembre de 1993, se hacía constar: “Al acabar, el abogado, un policía y un psiquiatra fueron a tomarse una cerveza y el letrado preguntó, ¿es inimputable? La respuesta del psiquiatra fue clara: No tengo categoría para definirle».
Los forenses depusieron en juicio que el trastorno necrofílico derivaba de su incapacidad de relacionarse con personas, solo con objetos. Pero Escalero había llegado aún más allá, se había convertido en una “carcasa sin alma”, incapaz de sentir afecto, empatía, piedad o arrepentimiento. Para Escalero la ingesta de alcohol y flunitracepam suponía abrir la puerta a su subconsciente, en el que tras haberse superado una primera fase de degradación de su sexualidad, habitaba ya solo una idea, la pasión por destruir cualquier estructura viva…
José Antonio Fortea Cucurull: “Ante todo hay que tener clara la distinción entre desorden mental y pecado. En el mal moral una persona opta por hacer el mal. En la patología mental la capacidad de raciocinio se ve alterada y la mente llega a conclusiones erróneas. La distinción entre ambas realidades es nítida y clara, pero el problema comienza cuando el mal, llevado a sus peores extremos, acaba por deformar a la razón. La razón se ve lentamente deformada por la voluntad hasta que al final los razonamientos de la mente están oscurecidos y degradados. La persona acaba firmemente convencida de que está haciendo lo que debe, o de que es inocente». Tratado de demonología, manual de exorcistas.
Centrémonos en el subrayado, mismo proceso, mismas conclusiones, simplemente diferente enfoque. Y ahora revisemos juntos ese proceso de degradación revisando en orden cronológico algunas de las declaraciones del propio Matamendigos: (datos obtenidos del artículo publicado por Jan Martínez Ahrens el 10 de junio de 1994 en el periódico “El País”)
«Iba por la calle como si no existiese, no chocaba con la gente, era como si no tuviera cuerpo».
Sin embargo, y esto es muy importante, y hay que dejarlo muy claro, que los casos de posesión no responden ni mejoran con tratamiento médico, y Francisco García, en Fontcalent y aplicándosele la medicación adecuada, si dejó de manifestar su perfil agresivo.
“Yo he tomado risperidona y abilify y me preocupa que me dejen jodido para toda la vida… estoy en tratamiento por tener síntomas de esquizofrenia y dos brotes psicóticos… he notado que te anulan como persona. Cuando me acuesto escucho voces desde dentro de la cabeza que me dicen tonterías que a veces casi no se oyen. Y por si alguien le interesa no me drogado en la vida y he bebido en ocasiones puntuales solo”.
Precisamente su perfil necrófilo nos suscita alguna duda más sobre si estamos ante una simple enfermedad o si en el subyace algún tipo de influencia maligna, (remarcamos, no hablaríamos de posesión sino de una influencia maligna para condicionar la aparición de este trastorno de la conducta) Como aclara Erich Fromm en su obra “Anatomía de la destructividad humana”,- los asesinos necrófilos se diferencian del resto de los asesinos en que su motivo no es la ganancia, los celos o el desquite. El objetivo real del asesino necrófilo no es la muerte de su víctima, (que es, claro está, condición necesaria), sino el acto del desmembramiento.- Fromm la define como “la atracción apasionada por todo lo muerto, corrompido, pútrido y enfermizo, es la pasión por transformar lo viviente en algo no vivo, de destruir por destruir. Es la pasión de destrozar estructuras vivas” Con carácter extraordinario, Alfredo Venturini, Jefe del Servicio de Recursos e Instituciones de salud de San Juan de Puerto Rico llega a reconocer respecto a ciertas patologías mentales extremas lo siguiente: «Respecto a la posibilidad de que la religión pueda darle otra lectura, hay eventos que uno puede observar y no puede darle explicación científica, suceden y pueden ser parte de fenómenos que no están al alcance de la medicina explicar”. La necrofilia tradicionalmente se ha tratado como una parafília rara, esto es como una desviación de la conducta sexual, lo cual si estaría en el ámbito de la enfermedad, pero en su otra versión, menos común, la no sexual centrada en las destrucción de todo lo vivo, se trata más bien de un impulso compulsivo en el carácter que hasta para los propios médicos tiene una muy difícil explicación.
El niño Escalero escapó de su casa en la que sufría el castigo de su padre para refugiarse en el cementerio de la Almudena. Desde ese momento la muerte le acompaño de por vida, se convirtió en su realidad y quedó cada vez más apegada a su conducta. No tenemos una explicación clara de porque fue así y lo más perturbador, fue capaz de seguir matando a pesar de que intento que se le detuviera para no seguir asesinando. Su muerte fue otro misterio, Pérez Abellán, en su artículo publicado en “Libertad Digital” el 10/09/2015 bajo el título “El hueso de ciruela”, también lo pone de relieve. La versión oficial fue atragantamiento pero existieron dudas sobre si su muerte fue por causa violenta. A vosotros los lectores que nos habéis acompañado a lo largo de este trabajo, os corresponde sacar vuestras propias conclusiones. Nos despedimos ya. Hace ahora un año, (el viernes 26 de diciembre de 2014), los miembros de Grupo Alpha visitábamos el Cementerio de la Almudena. Esa tarde comenzaba a forjarse el proyecto que ahora os presentamos. El sábado día 26 de diciembre de 2015, exactamente un año después hemos concluido nuestro artículo, aunque todavía quedó pendiente la dura parte de la maquetación y edición de videos y fotos. Un año de duro trabajo, visitando distintos enclaves para realizar nuestra tarea de investigación y robando tiempo para consultar las hemerotecas (El País, El Mundo, ABC, La vanguardia). Un año leyendo y repasando bibliografía , desde nuestros queridos Fortea, Pérez Abellán y Gaona hasta Erich Fromm , pasando por García Andrade y sin olvidar tampoco la revisión de distintas publicaciones jurídicas. En el camino como dice José Ovejero en el prólogo de su obra “libro del descenso a los infiernos”, nos hemos dejado “jirones de nuestra piel”. Un personaje de difícil comprensión, para algunos locos rematado, para otro poseído, e incluso alguna opinión llego a catalogarlo de genio criminal a la altura de Aníbal Lecter. En cualquier caso, el lado oscuro del Madrid de los 80 (años en los que como nos cuenta Xavier Gassio, “Éramos felices y todo era una fiesta”… Y recordar la gran verdad que dejó sentada Jesús Quintero, tras entrevistar a este personaje en su programa “Cuerda de presos” Nosotros no venimos para alimentar al monstruo. Estamos aquí para descubriros una cara oculta de la realidad, las líneas de sombra de la condición humana .