«Era una especie de Quijote de entre semana, entendido en potingues y endecasílabos; tenía algo de padre prior y de benigno conde Drácula, cortés y locuaz, amigo de conjuros y amigo de amigos…»
ir hacia el portal….Miraba
con su mirada vacía
a la gente que pasaba.Y llegó al Santo lugar-José cierra bien la puerta,
dijo María, va a helar
y me estoy quedando yerta.Tiritó el niño. Un revuelo
de ángeles cerco la cuna.
Vacío se quedó el cielo.
Sola, vagaba la luna.-Aún es pronto, Muerte, espera
treinta y tres años cabales…..Y de nuevo los zagales
cantaban en la pradera.
La senda que conduce al caserón de Muelas se abrió en septiembre del año 2010, y tiene una longitud aproximada de tres kilómetros, con continuas subidas y bajadas, así como angosturas arrancando en las proximidades del puente de San Pablo (junto al monumento de las huesas del vasallo), para llegar hasta el castillo.
Pues bien, la construcción de la senda fue de especial dificultad , habiendo tramos que se labraron literalmente » a mano» y no solo eso sino que estuvo a punto de ser suspendida al haberse encontrado en su trayecto restos humanos. humanos. En efecto, esta es la reseña que encontramos en «El día digital» ( periódico de Castilla – La Mancha) correspondiente al lunes 27 de septiembre de 2010.
«Pulido destacó las dificultades a las que se ha enfrentado la empresa adjudicataria teniendo en cuenta los problemas de acceso de estas zonas que han obligado en muchos momentos a realizar los trabajos de forma manual. En este sentido, explicó que el hallazgo de restos humanos en la zona hizo que se retrasase la culminación total del proyecto aunque finalmente la Comisión de Patrimonio no estimó oportuno realizar ninguna actuación y se pudieron rematar las actuaciones». Precisamente, en un punto muy cercano al lugar en donde se encontraron dichos restos realizamos una primera prueba parafónica y lo cierto es que los resultados no dejaron gratamente sorprendidos…
Tras la caminata finalmente llegamos al hocino, rodeado de vegetación y constatamos que se encuentra en un lamentable estado de abandono. Al parecer los herederos de Federico Muelas no tuvieron ningún interés en conservar la propiedad y hoy no es más que una construcción en ruinas, a la que la maleza va ganando la batalla, cobijada a la sombra de cipreses y del viejo acueducto que surtía de agua a la ciudad de Cuenca. Una auténtica lástima para un lugar al que acudieron en su día numerosos artistas en busca de inspiración. La edición del 9/12/1962 del periódico ABC nos contaba así «… El hocino de Federico Muelas esta habitado ; ¿Por quien? «, se trataba del artista Gustavo Torner, autor entre otras esculturas, de la llamada «plaza de los cubos» de Madrid. Como de costumbre antes de entrar revisamos el perímetro, y con alguna que otra dificultad conseguimos bajar hasta la zona de lo que debió se el jardín accediendo al interior del edificio . Os dejamos con las imágenes del mismo.
El Hocino presenta tres alturas, la principal, otra elevada y el «bajo» que daba acceso al jardín con ¿una piscina?. Los habituales grafitis decoran los muros semiderruidos. No tenemos ninguna sensación de alerta o incomodidad ni apreciamos ningún cambio significativo de temperatura, al menos en el interior de la vivienda. Los pájaros cantan con alegría y lo cierto es que en el hocino, al menos en ese momento, reina la paz (de hecho en el acceso a la terraza se observa un grafiti con la inscripción «peace zone» ) Debemos mencionar sin embargo, que nuestra compañera María en uno de los senderos anexos a la vivienda, si que pudo percibir cierta sensación de «incomodidad», casi como de rechazo. A tenor además de los resultados obtenidos a nivel parafónico tanto en la propia senda (en la zona precisamente donde se encontraron los cuerpos que ya hemos mencionado anteriormente), como en el interior de la vieja construcción, parece claro que pese a esa aparente «placidez» citada, en absoluto estuvimos «solos» en aquel lugar . Podéis escuchar las inclusiones parafónicas que obtuvimos dentro de la casa….
Unos negros nubarrones nos recuerdan que es hora de abandonar la zona. Nos queda otra caminata de regreso y no queremos abordarla bajo la lluvia. La decisión fue acertada ya que poco antes de llegar a nuestro coche, comenzó a granizar. Nos vamos, con la seguridad de un pronto retorno, con las imágenes de una ciudad llena de leyendas y recordando los versos de Federico Muelas que nos alientan al «carpe diem»:
«Nunca dejes para mañana el verso, que muchos desayunan con los vivos y cenan ese día con los muertos»