Queremos agradecer de todo corazón el amable trato que tanto los miembros de seguridad, como personal de la estación nos dieron en nuestra visita y como no, todo lo que nos contaron para paliar nuestra curiosidad, que como siempre era mucha. Sin duda amigos, os recomendamos que visitéis este curioso «museo» que aunque poco conocido, os garantizamos que es de los más interesantes que podéis encontrar y además su entrada es totalmente gratuita.
La Red de Metro o de ferrocarriles metropolitanos de Madrid, fue inaugurada el 17 de octubre de 1919 por el rey Alfonso XIII, y precisamente la primera línea fue la que discurría entre Puerta del Sol y Cuatro Caminos.(esto es, la actual línea 1, en la que se encuentra nuestra «estación fantasma») La línea tenía una longitud de 3,48 km y transcurría a lo largo de 8 estaciones. Fue tal el éxito del nuevo medio de transporte que en el primer año se utilizó por más de 14 millones de usuarios.
Muchos han sido los sucesos trágicos que han acompañado a la vías de metro. Desde suicidios e incluso crímenes, a las tragedias propias de nuestra Guerra Civil. Así por ejemplo durante el asedio a Madrid por las tropas franquistas, las líneas fueron intervenidas, como servicios públicos que eran, por las tropas republicanas, quienes las utilizaron para transportar tanto ataúdes como cadáveres hacia los cementerios situados al Este. De igual forma , se configuraron como refugios antiaéreos y no solo eso, sino que incluso la entonces pequeña línea Goya–Diego de León (hoy línea 4) fue cerrada y utilizada como arsenal, con la desgracia de que el 10 de enero de 1938 tuvo allí lugar la fuerte explosión del taller de carga de proyectiles situado en el túnel bajo la calle Torrijos (actualmente Conde de Peñalver, lo que produjo un número de víctimas desconocido. La explosión, al parecer accidental, afectó al túnel hasta la estación de Sevilla y al taller, y la onda expansiva se extendió por los túneles afectando a cuatro trenes que circulaban en esos momentos por las vías con bastantes viajeros en su interior.
Las informaciones que se difundieron fueron, en todo momento, confusas. Así, mientras la prensa de la capital no mencionó el hecho, el ABC de Sevilla -en la ‘zona nacional’- elevó en un primer momento el número de víctimas a 700. En artículos y publicaciones de la posguerra, la cifra se elevaba aún más alcanzando hasta los 5.000 muertos. Sin embargo, según los datos del Libro de Inhumaciones de 1938 del archivo del cementerio de La Almudena, el número de víctimas mortales ascendió a 63 personas. Para concluir sobre este punto, recordar que fueron muchos los proyectiles que cayeron sobre las instalaciones del metro: en las cocheras de Cuatro Caminos perforando los túneles entre Sol y Sevilla, en San Bernardo y entre Atocha y Menéndez Pelayo; o sobre estaciones como Chamberí (nuestra estación fantasma), Norte, Sol y Puente de Vallecas.
LEYENDAS DE LA LINEA 1
Pero esta ampliación se encontró con un problema fundamental: la estación de Chamberí, cuyos andenes no podían ser ampliados al encontrarse en una curva pronunciada. Si a ello se unía la circunstancia de que se encontraba muy cercana a las estaciones de Bilbao e Iglesia, se optó por la solución más lógica, evitar un gasto innecesario y proceder a clausurarla. De esa forma el domingo 21 de mayo de 1966, el metro realizaba su última parada en la estación. Aquella noche se cerraron los accesos a la misma, que así permanecieron hasta el mes de marzo de 2008 fecha en que tras 48 años de «olvido» volvería a abrirse como Museo «Anden 0». La plaza de Chamberí, en la que se encontraban las bocas de metro, también fue remodelada para tapar la entrada, pero la estación quedó sin embargo escondida bajo tierra, tal cual la dejaron los usuarios aquel último día, con los periódicos del día abandonados en las papeleras y las coloridos carteles publicitarios de 1966 en las paredes. Un espacio detenido en el tiempo, con todo lo que eso implica.
Pronto empezaron a proliferar las historias en relación con la misma. La más conocida de todas es la que cuenta que a finales de los años 50, en esta estación se cometió un crimen. Un asunto de un cura y una monja que fueron sorprendidos en actitud cariñosa por una niña huérfana interna en un colegio. Ante el temor de que se descubriera su idilio se dice que la mataron tirándola al tren aprovechando una salida escolar, por lo que supuestamente esa niña habría maldito la estación, apareciéndose a veces.
Rigurosamente cierto es el hecho de que cuando a mediados de la década de los 80 se hizo una primera reforma en la Plaza de Chamberí, al ahondar unos metros en el subsuelo, se sacó a la luz todo un complejo de galerías abovedadas y otra serie de estructuras a varios niveles que ocupaban varios cientos de metros de longitud. Al parecer esas galerías continuaban por la calle Eduardo Dato, cruzaban por debajo del edificio de la Junta Municipal y de un convento y colegios aledaños. A partir de esta realidad se volvió a remover la «leyenda urbana» de que al parecer cerca de las vías de metro que discurren por la estación, se habrían descubierto huesos humanos. La realidad de estos hechos corresponde sin embargo a otra estación eso si , también de la línea 1, la más «paranormal» de todas. En concreto en 1920, comenzaron las obras de la estación de Tirso de Molina resultando que en tales tareas los obreros oyeron una llamada de auxilio tras un muro. Al derribarlo encontraron un esqueleto. Desde entonces, los vecinos de la plaza escuchaban gritos desgarradores. Los parapsicólogos afirman que las voces eran de espíritus en penitencia, que habitaban una ermita que existió en ese lugar. Y en lo años 50 entre las estaciones de Atocha y Puente de Vallecas,(seguimos en esta misma línea 1) varias mujeres fueron heridas con un bisturí. Ninguna vio a nadie cerca al ser atacada. Se habló del fantasma del bisturí. Y para continuar con las leyendas de esta línea 1, no podemos olvidar la estación de Sol, de la que los operarios de limpieza cuentan que cuando se encuentran solos por la noche sobre las 03:00 de la mañana, los ruidos son constantes, gemido de los tornos, pisadas en las escaleras de hierro, en el aire parecen escucharse palabras, entre luces y sombras de la estación muchos de estos operarios reconocen pasar miedo.